Pascual Baburizza, un hombre de fuste.-
Cuarenta y nueve aiños después de haber llegado a Chile, una fría madrugada de 1941 muere en Santa Rosa de Los Andes de tuberculosis a las 66 años Pascual Baburizza Soletic.
Nació en Kolocep, una pequeña isla cercana a la histórica ciudad de Dubrovnik, en Croacia. Su infancia transcurrió en un periodo de grandes convulsiones politico sociales en la zona de los Balcanes, que se encontraba bajo la dominación del Imperio Austro Húngaro. La pobreza y la incertidumbre lo lanzó, muy joven, en la búsqueda de un milagro que salvara su existencia y la de su familia.Llegó al norte de Chile atraido por el auge económico del salitre. Vivió los peores rigores de la pobreza y la nostalgia en un mundo que no era el suyo, en una adolescencia ajena, en una ciudad polvorienta, donde reinaba la naturalidad del desierto en la esperanza de muchos inmigrantes.
En pocos años, Pascual Baburizza logró edificar una de las mayores fortunas chilenas del siglo XX. Inicialmente su riqueza estuvo ligada al auge del denominado “oro blanco”, pero justo antes de la crisis del salitre, vendió oportunamente la mayoría de las acciones que poseía.En una segunda etapa diversificó sus inversiones en empresas de distintos rubros acrecentando más aún su fortuna, demostrando su gran intuición empresarial y una mirada adelantada a su tiempo.
Mantuvo un estrecho vínculo con su tierra natal apoyando activamente la formación de Yugoslavia, frente al Imperio Austro Húngaro. Muchas personas estuvieron a su lado duranfe su exitosa y legendaria trayectoria, entre ellos su médico personal de Los Andes, el doctor Bernardo Salas Muñoz, y muchos lo quisieron de verdad, pero su intimidad se caracterizó por una marcada soledad que almacenaba bajo rigurosos habitos de vida.
En su testamento estableció que dejaba el 65% de su fortuna a la formación de un instituto en San Vicente, Calle Larga, de Los Andes, para acoger a los jóvenes en su vinculación con el desarrollo agrícola, ello «como expresión de mis agradecimientos al país en donde he formado mi fortuna al amparo de sus instituciones y sus leyes y a la cual me siento obligado a rendir un homenaje que después de mis días perpetúe esos agradecimientos».