Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas Marchán
Podría estar casi seguro que, más de algún lector habrá tenido la experiencia que, ante la inminente muerte de un familiar, haya llamado al cura y, éste no llegó a tiempo, dejando una sensación de impotencia, rabia, vacío, incredulidad aumentada en la Iglesia. Más de alguno, no habiendo tomado las medidas precautorias, fue testigo de la partida de su madre o abuela que era “muy devota” y, que murió sin un cura a su lado. Y, déjenme decirles que entiendo su dolor, rabia e impotencia…, hasta los garabatos contra el cura que no alcanzó a llegar a tiempo. (muchas veces por responsabilidad de la misma familia)
Quiero que se ponga en la misma situación pero, con la agravante que la persona moribunda a gritos pedía viniese un obispo o los así llamados en aquellos tiempos “monseñores” porque confesaba a gritos que había cometido un aborto “por orden superior”. Y, déjenme decirles que entiendo su dolor, rabia e impotencia…, hasta los garabatos contra el cura que les diría; “No estoy autorizado para perdonar ese pecado mortal” porque el canon 1398, dice expresamente que (…)”Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae.”(,,,) Latae sententiae significa de modo inmediato o automático. Y, el único autorizado para levantar la excomunión es el obispo.
Ahora bien, observando el documento del Papa Francisco…….La Iglesia al perdonar a quienes han cometido un aborto, ¿está autorizando o justificando veladamente el aborto?
Esta pregunta clave hay que entenderla bien. La Iglesia NO AUTORIZA EL ABORTO, lo que hay que entender muy bien son las palabras del Papa Francisco:
(…)”Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. (…)”Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. No existe ley ni precepto que pueda impedir a Dios volver a abrazar al hijo que regresa a él reconociendo que se ha equivocado, pero decidido a recomenzar desde el principio”(….).
(,,,)” En virtud de esta exigencia, para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto..”(…)
Al realizar una interpretación de las palabras del Papa Francisco, se concluye con facilidad que, la Misericordia de Dios es más fuerte que todos los pecados juntos de los más poderosos. Esos poderosos con corbatas, con bandas presidenciales, con ejércitos, con bancos y propiedades, con medios de comunicación y aseguradoras,,,,, esos poderosos que se unieron para defender un reajuste para los trabajadores (3,2%) y, que de pronto se dieron cuenta que les quedaba poco plazo para inscribirse y seguir en el poder y llegaron asombrosamente a un acuerdo con el 3,2% de reajuste que estaban minutos antes en pleno ¡En pleno desacuerdo! Y muchos de ellos renunciando a sus cargos ministeriales, corrieron y traicionaron al obrero, al campesino, a los señores del aseo, los profesionales de hospitales y escuelas…, y, eso fue un Aborto público, de una mujer por nacer llamada, JUSTICIA SOCIAL, Aborto político lleno de escándalo. (que no tiene perdón)
Pero volviendo a la noticia del Papa Francisco, digo:
Felices ustedes madres que por cualquier motivo o causa han cometido un aborto y, están profundamente arrepentidas, ¡Tienen perdón de Dios!.
Felices ustedes que, si están arrepentidas de corazón, serán amadas de corazón por Dios.
Felices ustedes que ahora podrán comulgar con sus hijos en las primeras comuniones.
Y, mil perdón les pido por la cabeza dura del hombre y del clero en la historia.
Mil perdón les pido, por el cura estrecho de corazón y de poco entendimiento
Mil perdón ruego porque siempre las castigadas eran ustedes.
Felices ustedes, porque un Pontífice (Papa) llamado Francisco pudo contra la estrechez humana y logró vaciar la inmensidad de la Misericordia de Dios en tanta persona sufriente.
Y, termino con las palabras que cita el Papa Francisco en su exhortación recordando el pasaje del Evangelio según San Juan (cap.8)
¡Mujer! Tampoco te condeno, ¡Vete en Paz y no vuelvas a pecar!
Que sea feliz