GABRIELA MISTRAL nació en Los Andes

GABRIELA MISTRAL nació en Los Andes

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Por: Eugenio Astudillo

“Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América para honrarla en uno de sus muchos trabajadores de su cultura”

Así agradecía Gabriela Mistral, a la distancia, la distinción de su Premio Nobel de Literatura aquel ya lejano 15 de Noviembre el año 1945, cuando desde Estocolmo se le comunicaba que había logrado este galardón, siendo la primera latinoamericana que lo recibía y la cuarta mujer en el mundo en obtenerlo.

Durante la Segunda Guerra Mundial la Academia sueca no entregó premio Nobel de la Paz ni Nobel de Literatura, y solo una vez terminada la ocupación de Noruega, se reanudaron las entregas de estos importantes premios en todas sus versiones, lo que culminó para Gabriela el día 10 de Diciembre año 1945, cuando el Rey Gustavo le entregó físicamente la distinción a nombre del Reino de Suecia. Sin querer, había dejado en el camino de la postulación nada menos que al afamado escritor Jorge Luis Borges, entre otros.

“He vivido aquí los seis años más intensos de mi vida, que todo se lo debo a este sol traspasador, a esta tierra verde, a este río.”

Esta es la descripción que la poetisa hizo de su residencia en el sector Coquimbito, en nuestra ciudad de Los Andes, allá por los años 1912 y 1918, en donde llegó como la pedagoga conocida como la señorita Lucila y partió siendo ya la poetisa Gabriela. Aquí conoció a quien después fuera Presidente de la República, don Pedro Aguirre Cerda, y escribió además sus primeras publicaciones de colaboración en algunas revistas literarias y diarios y dio vida; entre otros trabajos literarios, a “Los Sonetos de la Muerte” y a su primer libro “Desolación”.

Antes de su partida a su nuevo destino pedagógico, Punta Arenas, al despedirse de nuestra tierra dijo que: “Hasta tal punto fijé mi corazón en este paisaje hebreo de montañas tajeadas y purpúreas, que quiero llamar a Los Andes mi tierra nativa, la de mis preferencias”.

Muchas historias positivas se cuentan de la vida de esta brillante poetisa en su paso por Los Andes. Ella fue profesora del Liceo de Niñas, lugar desde donde destacó no solo por sus méritos literarios, sino que también por su sencillez y simpatía con colegas y alumnas. Aquí conoció, también, a su compañera inseparable y por muchos años su asistente, doña Laura Rodig, quien entre otras cosas en el año 1945, le envía el primer telegrama de felicitaciones por su designación al Premio Nobel.

Así fue y así pasó Gabriela por Los Andes. Para mí la mejor poetisa nacional que hemos tenido. La que llevó el nombre de Chile a las esferas más importantes y grandes del mundo, la humilde profesora rural chilena que de acuerdo al discurso del Secretario de la Academia Sueca de entonces, cuando se le entregó el premio Nobel don Hjarmar Gullberg, en Diciembre del 1945, dijo: “Gabriela Mistral proyectó su amor maternal sobre los niños que instruía, para ellos había escrito sus sencillas canciones y rondas”-

No sé qué nos pasó Gabriela, Hoy los niños de Chile, y también de esta provincia, necesitan más que nunca, otra vez, personas como tú, que les enseñen rondas y canciones sencillas de familias, que los hagan adolecentes participativos al llegar a su temprana juventud, que les permitan después valorizar sus vidas conociendo procesos naturales y comunes de nuestra simple existencia, esa que nos dejó Dios y que nos sirvió por dos mil años, y no la artificial que les hemos creado como humanos a nuestros pequeños ahora, en que lo primordial es que nos dejen trabajar tranquilos, y a las mujeres les permitan un nuevo concepto de independencia en donde el nuevo significado de género y femineidad, es aquel en que la madre este más ausente.

Por eso es imprescindible otra vez ahora, que por medio de tus rondas y canciones, logremos recordándoles a nuestros pequeños hijos siempre, que para nosotros, los ya adultos, ellos, los niños, son los más importantes seres de la creación, motivo principal de nuestras vidas, y sin dudas, el futuro de la civilización que esperamos domine el mundo.

Aprovechemos el nombre de Gabriela y comprometámonos con los niños de esta nueva generación que por salud mental, nunca más les pasaremos teléfono celulares y/u otros aparatos tecnológicos destructivos para su corta edad, para que nos dejen vivir y trabajar tranquilo en la casa y en la pega. En compensación a esto, y consecuente con lo anteriormente expresado les enseñaremos algo simple y humano como el legado que nos dejó Gabriela, y que aún debería estar vigente en nuestros corazones y en los juegos del día a día.

Ronda:

Dame la mano y danzaremos;

dame la mano y me amarás.

Como una sola flor seremos,

como una flor, y nada más…

A la distancia…. gracias Gabriela por tu amor materno….y por siempre por los niños

Piececitos de niño,

dos joyitas sufrientes,

¡cómo pasan sin veros

las gentes!

Gabriela Mistral

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