Por Francisco Orrego, abogado, ex Subsecretario de Sebastian Piñera y precandidato a diputado por Quinta Región Cordillera.
El día 22 de julio pasado tuve mi última conversación personal con nuestro querido amigo Guillermo Hurtado. Conversamos y me grabó un mensaje que decía: “Aferrado a las manos de Dios, nos va a ir bien. Tienes que irte a trabajar con harto empeño y harto ahínco, porque en nuestra zona, nuestra gente es muy agradecida”.
Creo que en este mensaje se traduce lo que fue Guillermo Hurtado, como persona y como servidor público.
“Aferrado a las manos de Dios, nos va a ir bien”, Guillermo, hasta sus últimas horas, mantuvo la fe en Dios y sintió que ahí podía encontrar su paz. Tengo una historia cercana, muy parecida a la del “memo” y siempre tuve la misma confianza que tuvo él, la esperanza de que el servicio público está en comunión con nuestro sentido trascendente de la vida.
Guillermo también me dijo “tienes que irte a trabajar con harto empeño y harto ahínco”. Ese fue el ejemplo del “memo” en su vida pública. Trabajó con pasión, con fuerza, con honestidad por su gente de Los Andes y del Valle de Aconcagua. Cuántos proyectos, cuántos centros de salud, multicanchas, plazas, polideportivos, centros culturales, pavimentaciones, mejoras en colegios, iluminaciones peatonales o ayudas a bomberos tienen un “pedacito de él”.
Luego de apreciar el cariño de las personas en su funeral el pasado día sábado, creo que no se me va a olvidar nunca cuándo me dijo “nuestra gente es muy agradecida”. Un servidor público honesto –que tanta falta hacen- no se merecía que no lo despidiera una iglesia repleta, llena “de su gente”. Como dijo el alcalde Manuel Rivera, juntó desde las máximas autoridades hasta el más sencillo de los vecinos que lo conocieron.
En esa conversación, también le pedí un consejo para los meses que vienen de campaña, me dijo: “Si tus zapatos están brillosos no vas a ganar. Si tus zapatos están con tierra, de tanto caminar y escuchar a nuestros vecinos, es que vamos bien”. Me comprometí con el Memo a «gastar mis zapatos» en terreno y soy de los que cumplen sus compromisos.
Gracias Guillermo. Tú familia, tus hijos y tus amigos, pueden estar orgullosos de ti. Descansa en paz. Créeme que tu consejo me acompañará durante toda mi campaña. En momentos de soledad, flaqueza o desilusión durante mi campaña recordaré sus sabias y cariñosas palabras. ¡Es mi compromiso como homenaje a un gran servidor público!