Por: José Ramón Toro Poblete, Profesor Liceo Max Salas Marchán
El mes de María es un mes especial y de controversia entre los cristianos, por ello ofrezco esta breve reflexión con parte de su historia y origen.
En la cultura y tradición romana existía una diosa llamada Maia, que se relacionaba con las flores y primavera, de ese nombre deriva el mes que conocemos con el nombre de Mayo. Lo más probable es que, en el viejo continente durante la Edad Media, se haya elegido ese mes para consagrarlo a la Flor de las flores; a ¡María!, dándole un sentido cristiano a una tradición considerada, en esos tiempos, como pagana.
Fue el rey de España; Alfonso X, que en el s. XIII consagra el mes de mayo a María en sus «Cantigas de Santa María» , trovando (era trovador) en honor de la Rosa de las Rosas y de la Flor de las flores.
En Italia en el S. XVI, fue San Felipe Neri, (Fundador del Oratorio) quien inició el mes de mayo dedicado a María, con la costumbre de invitar a los jóvenes a cantar, llevar flores y ofrecer regalos a la Virgen. Y, curiosamente, existe un tríptico que data del s. XV, donde aparece la Virgen con el niño Jesús que tiene en sus manos un Rosario, dando a conocer la devoción por el rezo con el Rosario desde ésa época. (año 1400)
A todo esto, debo mencionar que el “Dios te salve María”, ya se encontraba en el Misal Romano desde el año 650, como oración o antífona y que el rezo del «Dios te salve, María» era muy frecuente en varias comunidades cristianas y países del viejo continente. En tiempos de la colonia, en Chile, fueron los misioneros españoles, (Mercedarios y Agustinos) quienes difundieron y promovieron la tradición de dedicar el mes de mayo al mes de María y, también la devoción a la Virgen del Carmen.
En Chile, el año 1854, comienzan las primeras actividades en honor a María virgen en las fechas que actualmente la celebramos, es decir; entre el 8 de noviembre al 8 de diciembre Fiesta de la Inmaculada Concepción, pues coincide con la aparición y floración de muchas variedades de nuestra flora, propia de la época primaveral.
Ahora bien, me permito transcribir dos testimonios del siglo pasado, escritos de puño y letra por dos cristianos venerados de nuestro Chile:
(…)”La que puso en mi alma el germen de la vocación fue la Santísima Virgen. Esta tierna Madre jamás ha sido en vano invocada por sus hijos. Ella me amó y, no encontrando otro tesoro más grande que darme en prueba de su singular protección, me dio el fruto bendito de sus entrañas, su Divino Hijo. ¿Qué más me pudo dar?”(…) <Santa Teresa de Los Andes>
(…)”María Santísima. La más bella criatura… Objeto toda ternura… pero su misión no es ser, Ella, el centro del culto, sino llevarnos a Cristo y por Él al Padre”(…) <San Alberto Hurtado>
Por último, Juan el evangelista, resume magistralmente el deseo más profundo de María: ¡Hagan todo lo que Él les diga! (Juan 2,5)
Concretamente ¿Qué nos dice Jesús hagamos? ¿Cómo entender el deseo y consejo de María, la madre de Jesús: “Hagan todo lo que Él, les diga”?
El Padre Nuestro nos da una recta orientación: ¡Santificado sea tu Nombre!,(es decir amar a Dios y santificar su Nombre), ¡Hágase tu voluntad! ¡Perdonar las ofensas! ¡No caer en tentación!.
Trabajar por la Justicia, dejar la soberbia, considerar al más débil, hablar con la verdad. Lea con atención la cátedra de Jesús enseñada en las Bienaventuranzas (Mateo 5) ¡Ahí está!
Y, algo que me parece muy importante. Nos pide nos sepamos amar. Que usted, se sepa amar. ¡Usted! Porque en la medida que usted se respeta, se ama, se entiende, se tolera, se perdona…. En ésa misma medida respetará, amará, entenderá, tolerará y perdonará a quien está cerca de usted. (amar al prójimo como uno se ama a si mismo)
El que no ama y, no es capaz de amar, es porque no se ama o se ama muy mal y de modo egoísta y desordenado.
¡Hagan todo lo que Él, les diga!
¡Manos a la obra, de la mano de María!
Que sea feliz.