Ps. Víctor Cortés Zapata
La creatividad publicitaria de mediados del siglo pasado, entrega aportes interesantes en el plano electoral presidencial, mostrando su vigencia a través de todos los procesos posteriores de igual significado, como así también para la definición de eventos de parecida naturaleza. El título de esta nota se desprende de la propaganda del candidato del sector de la derecha chilena en las elecciones presidenciales de 1952, Arturo Matte Larraín, cuyo principal contendor, Carlos Ibáñez del Campo, se presentó empleando como símbolo propagandístico la “escoba”, con la que “barrió”a sus opositores, gobernando la Nación hasta 1958, dejando a su término un país menos “limpio”, seriamente alterado socialmente y más “desordenado” de como lo recibió.
El despliegue de ideas en todos los planos del quehacer humano, se convierte en un necesario ejercicio para dar a conocer un pensamiento, paso previo a la materialización de una finalidad, de una meta, relevándose para ello el método o proceso que implica el como llevarlo a cabo. Se valora, en su puesta en marcha, el grado de claridad y comprensión que se alcance de las sucesivas etapas de desarrollo del proyecto propuesto para el grupo social al que esté destinado y, que en una presidencial, lo es para todo el país, en nuestro caso, la sociedad chilena.
Análogamente, se destaca y reconoce el aporte del padre que, en su prédica de principios y finalidades éticas dirigidas a los hijos/as, testimonia con su comportamiento moral el discurso transmitido, reforzándolo, así, concretamente.
Ahora, es por lo tanto valorable la presentación de programas presidenciales, consignando el proyecto que cada candidato ofrece desarrollar en su futuro gobierno, a contar del 2022. Sin mayor pretensión que realizar un somero análisis, por lo menos, inicialmente, uno de ellos se exhibe particularmente muy sólido e invitando a entregar sugerencias que lo colectivicen en términos participativos. Su planificación contempla el abordaje de distintos aspectos sociales , de la economía, salud, educación, relaciones internacionales (tratados), adopción de políticas sobre manejo de la pandemia, entre otras materias, plan en su conjunto que ha sido objeto de numerosos cuestionamientos, especiales comentarios y no pocos muy estereotipados, singularmente de sus pares opositores, como en los distintos medios de comunicación. La referencia es al programa del candidato Daniel Jadue, en cuyo caso está en condiciones de “testimoniar”, mostrando lo realizado en su administración comunal de Recoleta, una de las comunas dotada de menores recursos de la ciudad de Santiago y que con menguado presupuesto, según lo ha consignado en anteriores declaraciones al ser entrevistado, ha sido capaz de materializar una interesante, creativa y maciza serie de políticas sociales de apoyo masivo a la gente de significativo beneficio comunal, trascendiendo, por su impacto económico, hacia el resto del país. La creación de la primera Farmacia Popular, símbolo de esta política ciudadana, constituyó una sustancial rebaja en el costo de los remedios, con un radical e importante alivio al bolsillo del poblador común y al de los estratos socio-económicos medios; sus bondades han sido replicadas en la mayoría de las comunas del país. Políticas similares en cultura –universidad gratuita-, vivienda –construcción de edificios de departamentos económicos y con integración social- , entre otras disposiciones inclusivas de carácter social.
La crítica a tal proyecto, si, ha sido muchas veces destemplada, descontextualizada, con estereotipos históricos, absolutamente inaplicables al contrastarlos con el relevante resultado de la administración comunal de Recoleta. Teoría y práctica, en este caso, favorece al alcalde Jadue.
Es de esperar una auténtica expresión de respeto intelectual entre los candidatos y los diferentes medios. Como en los teoremas geométricos, la solución esperada viene con la demostración.
Discurso, palabras, en un proceso eleccionario, necesitan de hechos concretos.