Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
“Ya con la Madre, desde un lugar de paz,
nos mantendrás gozosos en el llanto.
Pues fuiste hermano, lo fuiste y lo serás.
Deja que estalle nuestra alegría”.
El Hermano Santiago, Andrés para sus exalumnos, nació el 5 de marzo de 1927 en Iturrmendi, (Pamplona-Navarra) en una familia de 12 hermanos, dos de los cuales no llegó a conocer. A los 11 años ingresó al Juniorado de Arceniega y a los 16 años vistió el hábito marista. La profesión perpetua la hizo a los 21 años en Huelva. En 1954, con 27 años, llegó a Chile a La Calera y el 2 de febrero de 1955 ya estaba en Curicó, su ciudad chilena, donde permanece como profesor hasta enero de 1961.
Los cargos que ha tenido son los siguientes: Provincial por seis años y Administrador provincial por otros seis años. Director del Colegio Rancagua por tres años y Director del Instituto San Martín por seis años. Fue también superior de Sótero Sanz por tres años y el 2009 llega nuevamente a Curicó. El 2011 es nombrado superior de la Comunidad curicana hasta el 31 de agosto en que su enfermedad lo lleva de nuevo a Sótero Sanz donde fallerce el primero de Diciembre del presente año.
Santiago era hermano de todos y para todos. Sobresalió por su sencillez y humanidad. Nunca hizo alarde de los cargos que había tenido.
Uno de los pilares de su vida fue siempre la familia, con la que necesitaba estar en contacto. Se alimentaba de sus raíces y del cariño de su gran familia. Estaba orgulloso de su familia y de lo que habían conseguido en el trabajo, en el deporte y en la vida.
El Hermano Santiago era atento, delicado, humilde, correcto, de buen juicio y de buen trato, de carácter firme, sabio y cercano, no le gustaba hacer ruido, pasó por los lugares de forma muy humana y muy sencilla, pero dejaba huella en el corazón de las personas por donde pasaba. Santiago era hermano, fraternidad. La parcela de su vida está sembrada de amor, de bien y de paz.
El Hno. Santiago era un soñador. Amaba esta ciudad y quería volver a ella. Lanzaba su corazón por delante pero sus pies ya no le seguían. El era un volantín chileno que se nos fue de las manos hacia el cielo azul, hacia el horizonte inmenso, sabiendo que su caminar junto a nosotros nos hizo felices y mejores. Descansa en paz Hermano querido, como el Niño en los brazos de su Madre, abandonado totalmente, como estuviste siempre, en los brazos de Dios.
Gracias Señor por la vida de Santiago, por habernos permitido ser sus hermanos y caminar, haciendo camino, junto a este gran hombre de sencillo perfil y corazón gigante.
Descansa en paz Hermano mío, Hermano de todos, “hermanito de María”.
“Adiós, cuandos nos dejas, Adiós cuando nos queda de ti un gesto y una canción, serás hermano por siempre de corazón serás hermano en Jesús”.