Tomado del libro de Héctor Miranda A. (Libre adaptación)
LA VILLA DE LOS ANDES DESPUES DEL DESASTRE DE RANCAGUA.– Quienes más sufrieron fueron los niños y las mujeres; Barros Arana ha trazado con la seriedad que acostumbra, el desolador panorama que circundaba a los viajeros:
«En aquellos ásperos e imponentes desfiladeros, es que la senda estaba trazada en parte al borde de precipicios aterradores, y en que recorre alturas en que desaparece casi toda la vegetación, faltan alimentos para el hombre y para los caballos, como falta la leña para calentarse durante los fríos glaciares de la noche. Las casuchas construidas en aquel camino era insuficientes para acoger a los centenares de viajeros que se agolpaban cerca de cada una de ellas.