Tomado del libro de Bernardo Cruz A. (Libre adaptación)
DIEGO PORTALES Y ACONCAGUA (1831-1837).- Las cañadas verdean con sus álamos. De la de San Miguel arrancan las acequias que atraviesan por cada media cuadra, regando las quintas y yendo a desaguar a la Cañada de Maipú. La plaza Mayor sigue desarbolada y terrosa. Sus veredas están empedradas con guijarros ovoides. Al centro del ancho cuadrilátero hay unos pimientos y sauces de mezquina sombra; un pilón bebedero y algunos pelargonios y geranios. Definen el día las campanas, las mercedarias y las de Santo Domingo. De vez en cuando el son metálico de alguna corneta que alista a los cívicos y el tambor batido que suena a pergamino. Burritos aguateros, algún birlocho, tropillas de mulas, cencerro de madrina. Casas de adobes, bajas, encaladas. Uno que otro oficio, de estructura uniforme, con muy pocas ventanas y portones con puntuación y goznes de fierro.