Tomado del libro de Bernardo Cruz A. (Libre adaptación)
DIEGO PORTALES Y ACONCAGUA (1831-1837). Curioso, hijita. Yo creía que el señor Portales era un comerciante, un tabaquero que se arruinó con las revoluciones. Y resulta poeta… gracioso, Inesita.
– Lo malo del caso es que la pobre Carmen tiene ya veintidós años y no se piensa casar. Don Diego engatusa en una forma…
La ciudad va oscureciendo. Suenan las cornetas y se pierde en la Cañada el batir de los tambores. Irene calla, recordando los ojos azules y el paso elegante, imponente del Ministro. Y piensa que como ella, sus amigas, también en esta tarde estarán un poco tristes, tejiendo la novela rosada de un amor imposible.