Tomado del libro de Bernardo Cruz A. (Libre adaptación)
DIEGO PORTALES Y ACONCAGUA (1831-1837).- Se había encendido gruesos velones en las testeras y sobre la mesa de la Alcaldía. Lumbraradas amarillentas mariposeaban en los rostros atentos y pensativos. Aquel lenguaje del Ministro Portales era totalmente insólito. Su tono se mantuvo más en la conversación familiar que en su inflexiones oratorias. Nada de frases patrioteras, rimbonbantes y consabidas, ni mención a los heroicos soldados de Chacabuco, ni a la libertad augusta, ni a los sacrosantos Derechos del Hombre, ni a entregar en aras de la Patria hasta la última gota de sangre.
Cambiaban los modos y los tiempos. En general, los reunidos en la sala consistorial aplaudían lo llano y concreto de las observaciones del Ministro y en particular les agradaba que hiciera hincapié en la libertad electoral, para los aconcagüinos sagrada y preciosa.