Tomado del libro de Bernardo Cruz A. (Libre adaptación)
LOS FRANCISCANOS EN CURIMON.– Se cuenta también que, terminado el terror en Francia, un hermano de Robespierre, emigró a América y se avecinó en San Felipe. A cuantos le preguntaban por su vida, él contestaba que expiaba una deuda de sangre. Montado en su asnillo iba Federico Robespierre a la recoba a marcar sus verduras y vituallas. Y la gente al verle pasar decía: «Ya viene el gran Federico, montado en un borrico».