Tomado del libro de Bernardo Cruz A. (Libre adaptación)
EL TORREON DE PARRASIA.– El primer patio, en esta visión retrospectiva, tuvo su fontana, sus baldosas, sus caños, el negreo de la servidumbre, entre las enredaderas jazminadas, tan blancas, tan aromosas.
Suenan aún las abejas entre la maraña de hierbas anónimas, entre las que perdura algún gajo de rosal, un mugrón de madreselva un indicio de la flor de la pluma.
Cómo se agranda el abandono al pensar en las guías de los jazmineros, en los desmayos azules del agua, en la gracia y abolengo de esos rincones, testigos de las tantas despedidas nocturnas, de tantas reverencias e inclinaciones, ante los nobles visitantes y el agasajo de marqueses y marquesas.