Tomado del libro de Bernardo Cruz A. (Libre adaptación)
CARRERA Y PORTUS, SIEMPRE AMIGOS.- «... Así es que no nos causó extrañeza, cuando volvimos a Valparaíso, encontrar ocultos y asilados en nuestra casa al loco José Miguel como lo apellidaba por cariño mi abuelo don Juan Enrique Rosales, y a su hermano Luis, recién escapados de la cárcel de Chillán…»
La noche que precedió a la violenta deposición del Director Supremo don Francisco de La Lastra tuvo don José Miguel en la antesala de casa una acalorada bien amigable discusión con mi madre, doña Mercedes Rosales. Procuaraba este tranquilizarla desvirtuando con alegres chistes las serias reflexiones que la señora le dirigía.