“Hoja en blanco” en Educación

“Hoja en blanco” en Educación

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Señor Director:

En estos días en que el país se prepara para un plebiscito, donde además hemos vivido semanas y meses de reflexión que este virus nos ha traído, momentos en que millones de chilenos hemos ido depurando lo que es importante y lo que parece no haber sido tanto, es relevante pensar como llenaríamos una “hoja en blanco” en materias educativas.

Aparentemente las últimas décadas, marcado por el hito de la revolución industrial, hemos enfocado nuestros sistemas educativos a preparar y formar personas que puedan desempeñarse posteriormente en la vida técnica y profesional, colaborando con las materias productivas del quehacer humano. Este elemento marcó un período y una forma de relacionarnos y desarrollarnos que, a propósito de distintas crisis sociales mundiales, hoy su eficacia y sentido está en la mira.

Nuestro país no es ajeno a ello. Los últimos meses nos han mostrado que, si bien Chile se desarrolló en variados aspectos en los últimos años y décadas, hay muchos desafíos pendientes y la educación no es la excepción. Este elemento central que parece haber quedado relegado no dice relación, solo con elementos técnicos y profesionales, sino más bien con elementos, humanos, valóricos, un relato y una “épica” social que a todos quienes vivimos en este país nos haga sentir orgulloso. Elementos como el respeto, el cuidado, el amor por lo bien hecho, el cariño a la naturaleza y el entorno, la alegría, la creatividad, el valor del compromiso, la tolerancia, la paciencia, el valor de la familia (independiente de cuál es su configuración), la vida comunitaria y pasión por la cultura y la historia, entre otros.

Volvemos entonces a la pregunta, ¿y cuáles serían algunos elementos de esa hoja en blanco en educación? Todos los elementos antes mencionados se enseñan, se educan desde el primer día del nacimiento, son parte de la formación de cualquier ser humano, independiente de donde haya nacido, es decir no ocurren o pasan por “obra de magia”, sino debe haber una intención y un programa para eso. Por esta razón, es clave que dicha “hoja en blanco” se enfoque y declare esos aprendizajes. Estos deben ser parte de cualquier currículo, de la esencia de cómo nos imaginamos los chilenos de hoy y del mañana. Hoy, existe conocimiento y experiencia suficiente en nuestro país para construir esta “épica” y “relato”.

Otro elemento clave que debiéramos considerar es quienes deben ser los actores en este nuevo esquema. Lo primero es que la pandemia nos ha vuelto a mostrar que la educación no es algo exclusivo de jardines infantiles, escuelas o centros de educación superior. Somos todos educadores, las familias, la calle, las plazas públicas, los parques, los mensajes en la locomoción colectiva, la publicidad en general, las empresas, todo lo que ocurre día a día en la sociedad.

En resume, la política educativa debe considerar una adecuada diversificación en todos estos aspectos, no solo en los jardines y escuelas. Trabajemos por dejar en una potencial “hoja de ruta” un desafío y una aspiración alta de lo que queremos educar en adelante. Niños, niñas y personas de bien, plenas, que compartan valores universales transversales que construyen sociedades más felices, abiertas, sanas y pacíficas.

José Manuel Jaramillo V.

Gerente General,

Fundación Educacional Choshuenco

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