Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas Marchán
Ella, es toda una dama. Necesaria en las relaciones humanas. En todo tipo de relación humana; conyugal, parental, económica, política, religiosa, deportiva, internacional. Ninguna relación humana escapa a la necesidad de su presencia e inspiración.
Permítame presentar a esta Dama que algunas personas en bestiales actos, la han escondido, relegado, desterrado e incluso sepultado.
Ella, representa todo lo probo, decoroso, justo, verdadero, transparente, coherente y sincero.
Ella, no pertenece al mundo de las intenciones. Las intenciones no tienen apellidos pues el acto que sigue a la intención y la concreta la hace buena o mala. Si la intención no se ejecuta, queda solo como intención en el campo de la moralidad. Es lo mismo que los sentimientos. Si una persona tiene un sentimiento de odio y nada hace para que ese odio se haga realidad ¡Nada!, entonces, ni siquiera sería materia de una confesión sacramental. El sentimiento es sentimiento y deja de serlo cuando se hace gesto, se convierte en palabra, en silencio, en violencia. Después, al reflexionar, se podría inferir que, se tuvo un sentimiento que se transformó en un acto bueno o malo. Pero, en si mismos, no son ni buenos ni malos. Son. Simplemente aparecen y desaparecen en el campo de la moralidad, respaldándome en Sócrates, Aristóteles y Cicerón antiguos pensadores en torno a la virtud como San Agustín y Sto. Tomás.
Entonces, Ella, la Honestidad, no pertenece al mundo de las intenciones ni de los sentimientos, porque va muy tomada de la mano de la Veracidad o Verdad, tomada de la mano de la Justicia, de la Transparencia, del Respeto, de la Rectitud, del Amor.
La belleza de esta dama llamada Honestidad es manchada y demolida por la falsedad, por la mentira, por el engaño, por la codicia, por la avaricia, por el desordenado interés personal.
Mientras lee, respetado lector, le pido vaya relacionando los conceptos con nuestra realidad nacional en el campo de las relaciones humanas, sea en nuestra ciudad, mundo laboral, en el ámbito religioso, en las acciones y actores del mundo político con los últimos escándalos de dinero de algunos partidos y de los Fideicomiso Ciego donde los presidenciables “dejan de tener conocimiento de sus inversiones (quedando “ciegos”) y dejan de tener derecho a intervenir sobre ellas en su manejo”.
Le pregunto: ¿Se podría decir si la Honestidad ha estado presente en esto?….
… ¡Honestidad! ¿Dónde te ocultaron?
La Insidia fue lanzada con todo su poder contra la Honestidad en el financiamiento político de las campañas, por ejemplo. ¡Perdón!, la insidia es una acción que tiene por principio un engaño oculto o disimulado para obtener algo y/o perjudicar a otro. ¡Eso! Y, la disfrazaron con algunos nombres bonitos “Boletas o Facturas Ideológicamente Falsas” (otro engaño)
¡Honestidad! ¿Dónde te ocultaron?
Continúo.
Fíjese que Sócrates filosofaba diciendo que, cometer una injusticia, era el mayor de todos los males y, afirmaba que prefería sufrir una injusticia a cometer una. Enseñaba que, la felicidad depende de la observancia de lo justo. Así, todo hombre virtuoso y toda mujer virtuosa son felices por ser justos y, por el contrario, los injustos y malvados son desgraciados. El autor de una injusticia, el hombre injusto, afirmaba Sócrates, es un desgraciado.
El des-honesto, es injusto, por lo tanto – según – Sócrates, un perfecto desgraciado. No tiene la gracia de la felicidad.
¡Honestidad! ¿Dónde te ocultaron?
¿Dónde quedaron tus escoltas; la Templanza y Moderación?.
San Agustín, definiendo el actuar humano y buscando una fundamentación expresó (…)”aquí está la ética, puesto que una vida buena y honesta no se forma de otro modo que mediante el amar, como deben amarse las cosas que deben amarse, a saber, Dios y nuestro prójimo”(…) [Epístolas: 137, 5, 17, del Libro Ciudad de Dios]….. y, cuando se ama más el poder que el servicio, cuando se ama más la conveniencia personal que la conveniencia de la ciudadanía, cuando se ama más el querer tener más, por sobre el tener lo justo y preciso… la pregunta que encabeza el presente artículo se convierte en grito:
¡Honestidad! ¿Dónde te ocultaron?
Sin Honestidad, emerge con fuerza la desconfianza. Y, cuando la desconfianza se instala en la política y ciudadanía, es imposible haya lugar para acuerdos
¡Abran sus puertas a la Honestidad!. Nada hay mejor que ello, para vivir en paz.
Que sea feliz