Por: Franco Contreras
No solo la triste cantata de la escuela Santa Maria, interpretada por Quilapayun, me ha sensibilizado respecto de los principios del movimiento obrero de la primera mitad del siglo XX, también he sido embriagado por “Las uvas de la ira” de John Steinbeck, tomado por asalto por la “Patagonia rebelde” de Osvaldo Bayer e impresionado por la inteligente critica a los “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin. Mi impronta como hijo de obrero campesino me ha hecho abrazar valores de igualdad, justicia e identificación de clase con el imaginario del trabajador y luchador social de las obras mencionadas, pero al enfrentarlo con el contexto laboral de hoy, veo en gran parte una idealización decepcionante.
La ley de causa efecto es ineludible, ya que largos periodos de abuso de poder han generado un “chomba” moral que hoy en día la clase trabajadora se pone sin autocritica, solo con la convicción de derechos inalienables, pero sin comprender su génesis, propósito y desconociendo totalmente sus deberes.
En el ultimo tiempo hemos visto como el trabajo informal aumenta en las calles, lo que incluye, Cabify, Uber y Aribnb, ya que inscribirse en estos sitios web no convierte a nadie en su propio jefe como menciona la publicidad. Cuando en una planta productiva observas trabajadores que sin cumplir su labor reciben remuneración, buscando la ganancia sin considerar la reciprocidad necesaria en un trabajo remunerado o emprendimiento, yo lo denomino oportunismo, el típico “lauchero” de la pichanga. Este alejamiento de algunos principios fundamentales se esparce como epidemia, sumándose a la utilización con dolo de herramientas de legislación laboral confeccionadas originalmente para protegernos como trabajadores.
En la entrada de la Dirección del Trabajo (DT) veo una fotocopia del retrato de Clotario Blest, con la arenga para la próxima marcha. Recapacito y creo que su figura merece algo mejor, éste debe ser recordado por sus valores y su gran contribución a nuestra sociedad, además de mejorar su retrato en todos los sindicatos y reparticiones de la DT, como fundador de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF). Observo con fascinación a los fiscalizadores cumpliendo diligentemente su labor, cursando multas casi intransigentemente, siendo necesariamente implacables, pero me sorprende que tengan tribuna algunos trabajadores que deshonran toda la dignidad de la palabra con mentiras, incluso en ocasiones potenciadas por sus abogados.
La esperanza la encuentro en algunos de mis colegas con los que compartí diversas experiencias laborales, visualizando en ellos un patrón común de profundo compromiso social. Debemos dejar atrás la simplificación del ser humano, que en el último tiempo se ha apoderado de la malla curricular en colegios, pretendiendo transformar a nuestros hijos en calculadoras de bolsillo sin capacidad critica. Es nuestra responsabilidad volver a cultivar las ciencias sociales y en especifico la educación cívica, para enfrentar y resolver los desequilibrios de nuestro presente y futuro en virtud del desarrollo de Chile y sus trabajadores.