Por Anibal Julio Rosende A.
Te conocí desde niño en el colegio y desde esa temprana edad cultivaste el amor por tus semejantes, eras pese a tu tamaño un joven atento y alejado de la violencia propia en aquella época entre los adolescentes, más bien siempre te impusiste con una virtud que hoy es casi desconocida, amabilidad y cortesía.
Al pasar el tiempo nos seguimos viendo en un área que era solo para los soñadores, cuando en nuestro sector político nadie quería dar la cara tú lo hiciste, era necesario que representaras a un importante sector de la comunidad, pero tú más que un político eras una buena persona y la gente sabe reconocer a quien está en la vida pública para servir y no para servirse, es la razón por la cual repetidamente fuiste electo concejal en tu querida comuna de Calle Larga.
El destino te tenía grandes pruebas que las supiste sortear con la amabilidad y paciencia que te caracterizaban, tal como esa fatídica mañana de invierno en que partieron otros nobles servidores Adolf, Sergio y Bernardo, sin lugar a dudas tenías aun tareas que cumplir y personas para ayudar y pese a lo traumático que resulto ese evento seguiste adelante en tu lucha por ayudar a las instituciones y a las personas más desposeídas.
Tempranamente y en forma abrupta fuiste llamado a dar cuentas ante nuestro creador, la gente noble generalmente parte de forma imprevista, pero todos tenemos claro cuál es tu destino ahora, es el donde llegan todas las personas que en esta vida han actuado en forma honesta, han servido al prójimo sin esperar retribución, no han sido egoístas y lo más importante han entregado amor que es lo que nos pidió Jesús.
Gracias por todo lo que entregaste a quienes creemos en la libertad, descansa en Paz amigo.