Por: Fernando Torres, director Escuela Química y Farmacia U. Andrés Bello
Tras los incendios en distintos puntos de la zona central de Chile como Valparaíso, Región de O’Higgins y en zonas de la Región Metropolitana, existe una gran inquietud por los efectos en la salud que estos focos pueden producir especialmente de niños y de personas de la tercera edad.
El monóxido de carbono es un agente nocivo que se origina por combustión incompleta de la materia orgánica: papel, madera, combustibles, aceites, etc. Es un gas incoloro, inodoro, insípido, menos denso que el aire y tiene una afinidad 200 veces más por la hemoglobina que el oxígeno. El monóxido de carbono ingresa por la vía respiratoria, compitiendo por el oxígeno del aire que respiramos, uniéndose a la hemoglobina y formando carboxihemoglobina. Esta no tiene capacidad de transportar oxígeno a los tejidos del organismo, sufriendo daño por falta de oxigenación.
Las personas expuesta a los lugares de los incendios puede manifestar síntomas como cefalea, irritabilidad, disminución de la capacidad intelectual, fatiga, vómitos, náuseas, entre otras consecuencias.
En caso de que una persona esté expuesta a monóxido de carbono o encontrarlo con los síntomas descritos, es necesario retirarlo de inmediato del lugar, teniendo presente que la persona que rescata debe tomar todas las precauciones para no verse afectada. Quienes se encuentran trabajando en las zonas afectadas deben hacerlo con un equipo especializado, pañuelos húmedos y, en general, evitar exponerse al humo. En caso de los hogares que están próximos a los incendios, tratar de no abrir ventanas ni puertas.
De ser necesario, se debe trasladar de inmediato a un centro asistencial para que administren oxígeno, lo hidraten por vía endovenosa y traten las convulsiones y/o alteraciones cardiacas.
También se debe tener cuidado con los niños, quienes deben evitar jugar en el suelo y, al momento, en que la gente comience a limpiar las cenizas, es importante usar mascarilla y mojar el suelo antes de barrer.