Por: Claudia Figueroa, académica Escuela Fonoaudiología U. Andrés Bello
La inclusión y el desarrollo del aprendizaje de nuestros niños es también un hecho al que hay que gestar, mirar y responsabilizarse en miras a un mejor desarrollo de la humanidad y nuestro país. Deuda también histórica que en el marco de las demandas sociales ha tenido poca visibilización.
Padres con niños de diagnósticos diversos como Autismo, Síndrome de Down, etc, han convocado a marchas desarrolladas en contextos familiares que en resumen implican una mirada al sistema de salud y de educación que los incluya, facilite el acceso farmacológico y terapéutico e implemente medidas concretas en estos aspectos.
No es posible que niños con estas condiciones, no puedan ir a escuelas “comunes” y más aún no se les entienda como sujetos de derecho y con capacidades que puedan aportar a su sociedad.
Lamentablemente, nuestros pequeños en Chile poco y nada tienen que ver con cruzadas porque es la propia vida a la que tienen que hacerles frente, junto a sus familias, para acceder al sistema de salud, con numerosas terapias y enfrentarse a diario con un sistema escolar que no los considera tal y como se presentan en sus capacidades.