Por: Ps. Víctor Cortés Zapata
Si hay algo que puede orientar la vida de todos los actos de hombres y mujeres, es la Consciencia de cada persona, la que en palabras sencillas puede significar el “darse cuenta”, permitiendo, así, el vivenciar y el comportarse con claridad, desplegando la función mental de la atención, proceso básico en la capacidad de respuesta como reacción a los estímulos ambientales, a la constancia en el hilo de la conversación, al ejercicio del pensamiento racional inteligente acompañado de la voluntad de hacer, desembocando en una acción esperable, justa y de legitimidad ética.
No siempre la acción humana responde a la lógica de la honestidad y responsabilidad en el hacer, apareciendo grados de enturbamiento de consciencia con falta de claridad en la presentación de las vivencias, que se refieren a uno mismo o al entorno, lo que puede ser duradero o intermitente.
Así como también puede producirse estrechamiento de consciencia, característica de una disminución de la respuesta a los estímulos exteriores.
En otro orden, la consciencia se puede acompañar de un sentimiento de intensidad y claridad en la percepción de las vivencias intrapersonales, pudiendo llegar a la exaltación de la consciencia, la que puede ser espontánea e intencionada (meditación), o tóxica (alucinógena), incluyendo los éxtasis.
Lo teórico anterior, se puede ejemplificar con aspectos centrales que suceden hoy en nuestro país. Así, este 6 de Junio de 2018, se ha puesto en relieve la Inconsciencia del actual gobierno, que no tiene capacidad de respuesta a los estímulos ambientales que surgen de las demandas sociales de las mujeres, por educación no sexista, por el respeto a la ley aprobada de la interrupción del embarazo por las tres causales conocidas, y en el día de hoy, que ha debido ser interpelado el Ministro de Justicia, Hernán Larraín, por la Cámara de Diputados del Parlamento, a raíz del retiro, por parte del Poder Ejecutivo, de la Reparación, tardía y de paupérrimo monto, presentada por el gobierno anterior, con financiamiento adecuado, y ya habiendo sido aprobado por la Comisión Mixta de DD.HH. y con la presencia del propio ministro interpelado. He ahí lo extraño: horas después de este acuerdo incluyendo la forma de pago mensual adicionado a la pensión individual en el plazo de tres años, aprobado sin objeción ministerial, unilateralmente en una lamentable decisión, el Ejecutivo anuncia el retiro del exiguo beneficio reparatorio para los sufrientes y casi octogenarios sobrevivientes y sus mayoritarias necesitadas familias, aludiendo razones de financiamiento, lo que ha sido suficientemente desmentido por autoridades económicas del gobierno de Michelle Bachelet, en orden de tratarse de un proyecto reparatorio con presupuesto otorgado.
Hay aquí una actitud refractaria, indiferente, con óptica gubernamental de menoscabo despreciativo hacia los torturados física y moralmente, sufridas en la propia carne y en el espíritu de las víctimas directas como en la de sus familiares. Asimismo, este gobierno muestra un preocupante desconocimiento de Acuerdos Internacionales de la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.), y su instrumento legal sobre la Convención contra la Tortura, art. 14, que dispone, en síntesis, a “Todo Estado integrante….el cumplimiento de la disposición de carácter integral de Verdad, Justicia y Reparación a la Víctimas de un acto de tortura”.
Como Estado Parte, Chile tiene la exigencia legal y ética de respetar los términos reparatorios e indemnizatorios a todas las víctimas de prisión política y tortura durante la Dictadura.
El Gobierno actual no puede caer en un enturbamiento de consciencia, presentando como razón, la sinrazón de la falta de financiamiento del proyecto Bachelet, lo que no corresponde a la verdad, mostrando, así, un estrechamiento de consciencia pública en la respuesta a la justa necesidad reparatoria a las víctimas de la cárcel, la vejación y la tortura en los tiempos aciagos de la Dictadura.
Es de esperar una modificación en la actitud del gobierno, reponiendo el proyecto reparatorio, el que hace algo de justicia a tantos miles de sufridos, valientes e hidalgos compatriotas, que se sintieron protagonistas en el logro de un mundo diverso, justo, amable y acogedor, practicante del amor fraterno.
Debe demostrarse con hechos, el espíritu unitario a que se hizo referencia en el Mensaje Presidencial del 1 de Junio.
