Por: Eugenio Astudillo Leal, Secretario del Centro Español Los Andes
Para varios andinos descendientes de inmigrantes españoles; como yo, este mes de julio, especialmente del año 2017, representa una doble conmemoración satisfactoria desde todo punto de vista, dado que en estos fríos días de invierno, recordamos sentidamente el aniversario de la fundación de nuestra sinigual ciudad, y por otra parte, también, con emoción conmemoramos, un hecho transcendental para nuestra identidad de origen como andino, como es, que el día 24 de Julio de 1917, un grupo de nuestros antecesores, ya enraizados en estas tierras, dieron vida legal al Centro Español de Los Andes, que el próximo lunes cumplirá 100 años, como una de las dos instituciones de colonias que se crearon en la comuna .
Varios fueron los motivos de sus llegada a Chile que tuvieron todos nuestros tatas, abuelos y padres españoles, entre el siglo pasado y antepasado. Pero, lo más relevante en todo esto, y comprobado por el paso de los tiempos, fue la virtud y sapiencia que tuvieron cada uno de ellos, en decidir y elegir, sin equívoco, radicarse en esta eterna hermosa ciudad y provincia, para cifrar en ella, hace más de cien años, el nuevo amanecer de sus sufridas vidas y un futuro pleno de posibilidades a sus anheladas próximas familias a constituir, en tierras diferentes y lejanas de su querida España.
La gente no se va de un país que ama, por decisión ligera o por una aventura más. Siempre detrás de estas drásticas medidas existen muy sentidas y fundadas razones que hacían, que desde un principio el viaje fuera de penas y soledad para el emigrante. Más aun, cuando entonces, los medios aéreos no existían, y los viajes se hacían largos, en barcos de lujos, pero casi siempre ocupando espacios en las bodegas de carga, o de supernumerario en cualquier rincón del navío, porque no había dinero para más.
Decidir ser emigrantes de un país amado durante problemas económicos y/o políticos del estado, no es una cosa fácil. Partir de cero en otro lugar del mundo, desconocido y lejano, y dejar todo lo querido y realizado por seguridad física, emocional y económica, no es algo que se digiere muy rápidamente, sino que, se debió madurar por muchos días, con hombría, fortaleza e ilusión, sobre todo por dejar las raíces ancestrales, y lo que es más, tomar la decisión de dejar la familia en su terruño y partir solo, más allá del gran charco, en donde se vislumbraba; entonces, la posibilidad de ser lo que se había soñado en los tiempos buenos de la península, y encomendarse a Dios para lograrlo en tierras extrañas. Muchas familias españolas de entonces, cuyos padres o hermanos mayores, después de mucho pensarlo, se mentalizaron en venir a estas nuevas tierras en busca de un futuro mejor para todo su grupo, ponían todas las esperanzas y rezos en que el nuevo emigrante se estableciera luego y seguro en esas lejanías, y así prontamente mandara en buscar de ellos, para empezar el sueño en el paraíso elegido, todos juntos. Para muchos de esas familias, ese nuevo despertar a la vida buena y feliz, era entonces, un pueblito de la zona centro de Chile, llamado Los Andes. Nuestro Los Andes.
Por eso esta pequeña crónica se llama “Infinitas Gracias Los Andes”, porque en cada uno de los descendientes de los españoles inmigrantes de entonces, en sus diferentes grados de generación, hoy chilenos y andinos, a poco más de cien años de estas primeras peregrinaciones que dieron origen a la colonia de los ibéricos en Los Andes, nos sentimos agradecidos y felices de que nuestros padres y abuelos hayan elegido nuestro país, y principalmente nuestra ciudad, para establecer sus sueños y familias, dándonos con esto entonces, la identidad distintiva der ser hoy, por gracia de Dios, Chilenos y Andinos, con una añoranza eterna y permanente, de los valores de la madre patria; España.
Los Andes y sus habitantes, desde un principio, acogieron con generosidad a los inmigrantes españoles que esperanzadoramente se establecieron en la ciudad en la época señalada. En la actual Quinta Región, las ciudades de Viña y Valparaíso fueron también receptores de inmigrantes en sus respectivas comunidades, en donde también, hasta hoy, existen prestigiosas instituciones españolas organizadas. Los grupos españoles arribados entonces, no llegaron a todas las ciudades nacionales importantes del país, y varios de ellos, tuvieron la visión correcta; dentro de su angustia, del apuro y la lejanía de sus seres queridos, en determinar bien certeramente a este sector de cordillera, como el nuevo paraíso de sus oportunidades en América.
Por eso van nuestra infinitas gracias a la ciudad de Los Andes, a su gente de entonces y a la de hoy, a las autoridades de todas las épocas y tendencias, y todos los vecinos andinos de siempre que nos permitieron nacer, desarrollarnos y crecer entre ellos y su familias. Y en forma principal, sentida y especial a nuestros viejos inmigrantes españoles de otrora, que en esos años tuvieron la virtud de reconocer que Los Andes era su tierra prometida, en donde, con la gracias a Dios, hasta hoy, nos hemos desarrollado cada uno de nosotros, descendientes, en una ciudad de futuro, de seguridad, de amistad, y respeto, en este nuevo mundo, tan lejano y tan cerca de nuestra querida España.
Por último, y por las fechas cercanas, expresamos nuestras sinceras felicidades a la cuidad en su nuevo aniversario, con un agradecimiento eterno a la Ilustre Municipalidad y a su Alcalde por habernos permitido ser parte de las actividades conmemorativas del cumpleaños de la cuidad. Saludando además, a un par de viejos y queridos amigos españoles; Jesús Diez y Paco Medina, grandes comerciantes andinos, que aún participan con nosotros; en el Centro Español, después de su llegada al país en la mitad del siglo pasado, reconociendo además, como corresponde, a las nobles damas españolas que aun llenan nuestros gratos espacios con su apreciada presencia, y en especial a todos los andinos españoles de ahora; incluyendo a los esforzados Voluntarios de la Quinta Compañía “Bomba España”, los que todos, con orgullo, el próximo lunes conmemoramos 100 años de nuestra organización legal y permanente en Los Andes, como El Centro Español.
¡VIVA LOS ANDES. VIVA CHILE. VIVA ESPAÑA!