Por: Fadua Latif, académica Tecnología Médica Universidad Andrés Bello
El virus de la Influenza es un virus RNA de cadena sencilla, que pertenece a la Familia Orthomyxoviridae. Este virus produce enfermedad respiratoria aguda conocida comúnmente como gripe o influenza estacional, con sintomatología más intensa que el resfriado común.
Si bien se puede padecer influenza en cualquier etapa de nuestra vida, afecta principalmente a individuos de edades extremas (personas mayores de 65 años de edad y lactantes), personas con enfermedades crónicas (pacientes cardiacos, renales, portadores de diabetes Mellitus e inmunosuprimidos) y embarazadas, correspondiendo estos al grupo de mayor riesgo. La vía de contagio es por contacto directo con una persona afectada o mediante el contacto con fómites (objetos inanimados) contaminados con secreciones de un individuo enfermo. El período de incubación varía entre 2 y 4 días, luego de los cuales las personas infectadas presentarán un cuadro clínico caracterizado por fiebre alta (sobre 38ºC) acompañada de cansancio o debilidad, romadizo o coriza, dolor de cabeza, dolor al tragar, tos, dolor muscular y de las articulaciones y en algunos casos molestia frente a la luz.
En ocasiones pueden aparecer problemas estomacales (como nauseas, vómitos y diarrea) y otitis, siendo estos síntomas más frecuentes en los niños. A pesar de que es una enfermedad auto limitada y el tratamiento es sólo sintomatológico, puede haber complicaciones, principalmente en el caso de los niños, los que pueden presentar dificultad para respirar y apnea (cese transitorio de la respiración), lo que se traduce en hospitalización e incluso la muerte. Para evitar esto último el Ministerio de Salud de nuestro país, cada año promueve un programa destinado a prevenir y por lo tanto, disminuir el número de personas afectadas. Dentro de las medidas preventivas promovidas por este programa, destaca el uso de mascarilla por parte de los infectados, lavado frecuente de manos, taparse la boca al toser y/o estornudar, la correcta y rápida eliminación de los pañuelos desechables utilizados, así como la aplicación de una vacuna. En relación a ésta, el 14 de marzo del presente año comenzó una campaña gratuita, enfocada principalmente a prevenir esta enfermedad en el grupo de riesgo, previamente descrito, incluyendo también al personal de salud, por estar más expuestos al contagio. La eficacia de la vacuna dependerá de la edad y del estado del sistema inmune de la persona vacunada, así como del grado de similitud entre la cepa circulante y la contenida en la vacuna, observándose una eficacia de entre un 50% a un 60% en ancianos y de un 70% en infantes.
Sin embargo, es necesario aclarar que la administración de la vacuna puede generar la aparición de reacciones adversas tanto a nivel local, como dolor y enrojecimiento, como sistémico pudiéndose observar fiebre, malestar, mialgia, urticaria, angioedema y en casos más graves shock anafiláctico.