Innovación para los chicos

Innovación para los chicos

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Por Alejandro Moreno Dupuy Gerente de Proyectos del Centro de Competitividad, U. del Pacífico

El cobre deja un manto de dudas y de inseguridades cada vez que su precio y su demanda se precipitan a niveles deficitarios y deja al desnudo nuestra súper dependencia a los recursos que aporta este metal a nuestra economía. En este contexto, el sueldo de chile cada vez que ve venir el fantasma que amenaza su prosperidad, deja entrever lo imprescindible y urgente que es generar políticas de diversificación productiva que permitan tener un plan para enfrentar de cara al futuro la dinámica y las problemáticas que las tendencias y coyunturas que el mercado exige. La reflexión al respecto, nos hace instalar el concepto y la relevancia de la innovación, como el catalizador, facilitador y el medio para dotar al país de nutrientes claves que alimenten una cultura volcada al fortalecimiento o desarrollo de nuevos nichos productivos.

En esta línea, existen diversos esfuerzos y fondos concursables por parte del sector público, que tienen por objetivo generar los entornos competitivos e innovadores en empresas, emprendedores y que en algunas ocasiones abordan estudiantes de etapa escolar, preferentemente de educación media. En la cotidianeidad existen muchos concursos, talleres y charlas que sin duda aportan a sensibilizar y crear conciencia acerca de lo fundamental que es innovar, y si bien estos esfuerzos generan conciencia y sensibilizan de forma masiva, terminan siendo acciones o proyectos aislados y que no obedecen a políticas sostenibles en el tiempo.

Hoy por hoy, el reto va en el camino de tomar la senda de países desarrollados, donde la innovación se enfoca en incrustar en el ADN social y en etapas tempranas de aprendizaje, el desarrollo colateral de la energía creativa, en función de que de la mano de la tecnología contemporánea cimente los pilares para consolidar una cultura innovadora y una economía basada en las nuevas ideas y negocios.

Las cifras en Latinoamérica son elocuentes, en casi todos los países de la región, la inversión en I+D está por debajo del umbral del 1% del PIB, que la UNESCO consideraba como un mínimo imprescindible hace exactamente tres décadas atrás.

Volviendo a la realidad nacional, es exactamente en etapas tempranas donde el desarrollo de la creatividad en pos de la innovación juega un rol fundamental, y donde se precisa ejercitar la materia gris con disciplina y constantemente, para conseguir esos factores de cambio, diferenciadores productivos y dinamizadores de la economía creativa que alienten y que podrían traer atractivos réditos al país en el largo plazo. Se necesita de forma urgente la instauración de macro políticas educacionales para implementar cambios, tanto en la formación de los docentes, como en las estructuras curriculares y los entornos de los establecimientos para fomentar y fortalecer la energía creativa e innovadora.

Así como hablamos desde hace ya un par de décadas que es de suma importancia estudiar y dominar el idioma inglés para ser competitivos en un mundo con una tendencia cada vez más globalizante, la formación para propiciar el emprendimiento, la creatividad y la innovación, en la actualidad se ha ido transformando en un factor clave para generar esa capacidad de reconversión y de crear valor en bienes y servicios, y no es descabellado trazar en el horizonte inmediato, que la formación en edades tempranas se pueda incorporar paulatinamente estas temáticas, que son una necesidad país y uno de los pilares para estimular y cultivar una nación auto sostenible y con múltiples y prósperos sectores productivos.

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