Deceso se produjo en el hospital a los pocos días de la muerte de su esposa Francisca Rivera.
Numerosas fueron las condolencias, muestras de afecto y agradecimientos que los hijos y familiares del pastor Rudelindo Cortés Lemus recibieron al producirse su fallecimiento a la edad de 67 años el pasado domingo 9 de mayo, ocurrido en el Hospital San Juan de Dios de Los Andes donde se encontraba internado.
El deceso se produjo días después que dejara de existir su esposa, la pastora Francisca Rivera Chacón (62), acaecido el lunes 26 de abril también en el centro asistencial andino.
Ambos estaban a cargo de la Comunidad Terapeutica Crehad, que atiende y rehabilita a personas afectadas con problemas asociados al consumo de alcohol y drogas, que funciona en dependencias ubicadas en los faldeos del Cerro de la Virgen en la avenida Enrique de la Fuente.
El matrimonio falleció a consecuencia de complicaciones en sus estados de salud por enfermedades base, luego que sufrieran secuelas tras haberse contagiado del coronavirus Covid-19, lo que obligó que la pastora Francisca fuera internada el jueves 1 de abril y el pastor Rudelindo el miércoles 7 del mismo mes.
Ambos permanecieron hospitalizados en camas UCI, pero con los tratamientos recibidos por el equipo médico lograron salir de sus respectivos cuadros de contagio. Sin embargo, al presentar enfermedades crónicas significó que continuaran internados, presentando deterioros con el paso de los días y falleciendo posteriormente.
A sus partidas, dejaron a 7 hijos: Alejandro, Adolfo, Mariett, Daniela, Salomón, Juan Pablo y Sarai, a 10 nietos y a un bisnieto en camino.
Los velatorios del matrimonio se efectuaron -en las fechas correspondientes- en el mismo Crehad y luego sus funerales en el Cementerio Parque La Oración en el sector de Auco.
“Hemos podido entender y sentir que nuestros padres hicieron su trabajo, el que pudo ser reconocido. Hay mucha gente que nos ha apoyado y expresado el amor que le tenían a mis papás, lo que marcaron sus vidas y el respaldo que ellos les dieron”, señalaron sus hijas Mariett y Sarai en conversación con El Andino, indicando que van desde autoridades, pastores, jóvenes y adultos que son atendido y que también se rehabilitaron en el Crehad, profesionales y así también de personas que se comunicaron desde el extranjero, “por lo que a través de este amor hemos sentido un poco más de tranquilidad y de paz frente a la pérdida de nuestros padres, porque de verdad ha sido bastante grande, por lo que estamos muy agradecidos”.