Por Dr. Denis Panozo V.
Es fácil confundir ambos conceptos, pero el tipo de síntomas nos da la pista para diferenciar estas molestias que nos atacan desde el nacimiento, más a unos que a otros, pero siempre están presentes en el día a día. Desde que llegamos a este mundo puede aparecer una alergia alimentaria, por ejemplo a la leche de vaca, el huevo, el trigo y sus derivados, la soja, el maní, pescados y mariscos. La alergia alimentaria es una forma específica de intolerancia a un alimento o a uno de sus componentes, que activa el sistema inmunológico. Un alérgeno (proteína del alimento causante que en la mayoría de la gente no produce efectos adversos) provoca una serie de reacciones en cadena en el sistema inmunológico, entre ellas la producción de anticuerpos. Estos últimos ocasionan la segregación de sustancias químicas, como la histamina, que origina varios síntomas, estos son más fácilmente identificables por la inmediatez que presentan los síntomas a la ingesta de los alimentos que las originan. Las reacciones adversas pueden ser:
Respiratorias: moqueo o congestión nasal, estornudos, asma o dificultad para respirar, tos, sibilancia, trastornos serios a nivel respiratorio.
Cutáneas: inflamación de labios, lengua, cara, garganta, urticaria, erupciones o enrojecimiento, picazón, ronchas.
Digestivas: dolor abdominal, diarrea, náuseas, vómitos, cólicos, hinchazón.
Shock anafiláctico: es el cuadro más grave por el colapso cardiovascular que se instala en segundos y puede causar la muerte, si no recibe ayuda médica instantanea.
En cambio la intolerancia alimentaria afecta al metabolismo, pero no al sistema inmunológico. Se manifiesta mediante una reacción adversa cada vez que se consume algún alimento o ingrediente que irrita el sistema digestivo de una persona, al no poderse digerir o metabolizar debido a la ausencia de una enzima o sustancia química que lo pueda degradar. Un ejemplo es la intolerancia a la lactosa, que se da en algunas personas por la carencia de una enzima digestiva llamada lactasa, que descompone el azúcar de la leche.
La intolerancia alimentaria genuina es distinta de la aversión alimentaria psicológica, en que la persona odia una comida y cree que el alimento en cuestión le produce una reacción determinada.
La intolerancia a los alimentos se manifiesta de manera menos evidentes que una alergia. Los síntomas pueden ser subestimados por los pacientes, ya que solo dejan una sensación de cansancio generalizado o consisten en reacciones difícilmente relacionado con la dieta, como déficit de atención en los niños.
Los síntomas posibles digestivos: síndrome de intestino irritable, diarrea, flatulencia, constipación, cólicos
Dermatológicos: rosácea, acné, eccemas, enrojecimiento cutáneo.
Psicológicos: astenia, ansiedad, letargia, déficit atencional.
Musculares y articulares: mialgias (dolores musculares), artralgias (dolores de las articulaciones).
Cabeza y cuello: goteo nasal, irritación de la garganta, dolores de cabeza, migrañas o jaquecas.
Otros: ganancia de peso, retención de líquido, hipersudoración.
Como ven hay diferencias, pero igual se tiende a confundir y lo peor son los inicios de autotratamientos que pueden acabar causando mas daño. Por lo cual se debe consultar a un médico.