El río Aconcagua, cuya cuenca es la principal fuente de abastecimiento del agua potable de la Región de Valparaíso, no tuvo caudal por algunos días, pero posteriormente la situación cambió cuando el caudal, a la altura de la cuarta sección, llegó a cuatro metros cúbicos por segundo, permitiendo elevar el volumen almacenado en el embalse Los Aromos.
Según explica el jefe de Organizaciones de Usuarios de la Dirección General de Aguas, Nicolás Ureta y que publica El Mercurio, la razón hay que encontrarla en dos hechos que tienen que ver con la gestión de la cuenca: el cierre de compuertas al regadío a lo largo del río y la puesta en marcha de una tubería reversible, con que la empresa de agua potable Esval adquirió la capacidad de bombear agua desde su planta en Concón.
«Los esfuerzo de las juntas de vigilancia, que «se apretaron el cinturón», y la inversión de la sanitaria sortearon esta situación y permiten mirar, con cierta calma pese a la sequía, el abastecimiento veraniego», dijo Ureta.
Pero dirigentes de juntas de vigilancia del río Aconcagua expresaron su esperanza en que el suministro de agua para el consumo humano pase a depender más de las inversiones sanitarias que del «apriete de cinturón» que vienen aplicando desde hace una década.
El presidente de los usuarios de la Primera Sección (provincias de Los Andes y San Felipe), Javier Crasemann, explicó que en la ocasión que se comenta cerraron las compuertas durante 36 horas para permitir que el río fluyera aguas abajo. «Es falso que nuestros seis mil usuarios no necesiten regar en invierno. Se riega menos, pero con esta falta de lluvias debe hacerse periódicamente», aseveró.
El dirigente criticó que una política que ellos estimaban era para salvar coyunturas, se haya vuelto algo permanente ante situaciones críticas y la necedad de acumular aguas en Los Aromos.
«Estos acuerdos, pensados como energía, son un tremendo esfuerzo para los campesinos de la región, en el 70% propietarios de cinco hectáreas o menos», comentó y aseguró que para ellos, el impacto económico es «monstruoso». «Deben dejar de regar entre el 30 y 40% de sus cultivos y dejar que mueran. Este sistema de turnos está secando el valle», dijo Crasemann.