Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas Marchán
No quiero que el verdadero sentido de la Fiesta de Pascua pase al olvido, por eso le presento unos textos muy interesantes de historiadores de la época de Jesús y de los primeros siglos de nuestra. Ellos, no creían ni aceptaban a Jesús como el Mesías, el Salvador e Hijo de Dios, sin embargo, son objetivos para enfrentar una realidad y verdad histórica. (En esta oportunidad, me he valido del trabajo de Domingo Cosenza OP en su obra; Historia de Israel). Le dejo con los textos:
Flavio Josefo, historiador judío (no cristiano) al referirse a los días de la Pasión de Cristo, escribió que (…)”En aquel tiempo, apareció Jesús, hombre sabio, en tanto en cuanto conviene decirle hombre. En efecto, fue el autor de obras prodigiosas, el maestro de los hombres que reciben con alegría la verdad. Arrastró tras de sí a muchos judíos y también a muchos griegos. Era el Cristo. Pilato lo condenó a la cruz, por la denuncia de nuestros jefes que no lo habían amado antes, ni lo amaron después. Pero se les apareció al tercer día, vivo de nuevo (…) Hasta el momento, la tribu de los cristianos, así llamados a causa de su nombre, no ha desaparecido» (Antig. XVIII,63-64). “
Otra fuente, el Testimonium, al referirse a la persona de Jesús, expresa: (…)” En primer lugar, la condena de Pilato y la supervivencia de un grupo de creyentes son atestiguadas también por Tácito. Al evocar el incendio de Roma, Tácito, casi contemporáneo de Josefo; afirmaba que Nerón habría sido el causante del incendio de Roma según la opinión popular: «y así, para desviar esta voz y descargarse, dio por culpables a los cristianos y, comenzó a castigar con exquisitos géneros de tormentos a unos hombres odiados por el vulgo a causa de sus excesos, llamados comúnmente cristianos. El autor de este nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ejecutado por orden de Pilato, procurador de Judea» (…)(Anales,XV,44).
También, el gobernador Plinio, otro contemporáneo de Josefo, informaba al emperador Trajano en el año 110 que existía en Bitinia un numeroso grupo de cristianos y, le comentaba que ellos tienen «por costumbre en días señalados reunirse antes de rayar el sol y cantar, alternando entre sí a coro, un himno a Cristo como si fuera un dios» (Epist.X,96,7). Este dato obtenido por Plinio de los mismos cristianos, a través de un interrogatorio judicial, verifica en cierto modo la mención hecha por Josefo: «en tanto en cuanto conviene decirle hombre», aún cuando él la hubiese escrito en tono irónico.
No se puede dejar de mencionar que, en una cita del Talmud, la tradición judía temprana, reconoció igual que Josefo, que Jesús había realizado prodigios y que fue condenado por las autoridades religiosas: «Se ha enseñado que: (…)»la víspera de pascua, colgaron a Yeshu».(…) «Fue conducido fuera para ser lapidado, pues ha practicado la magia, ha seducido a Israel y le ha hecho apostatar, ¡El que tenga que alegar algo en su defensa, que venga y lo diga!. Como no se alegó nada en su defensa, lo colgaron la víspera de pascua.”(…)
Este testimonio reconoce expresamente la sentencia del tribunal religioso tal como aparece en la Mishná para un acusado de blasfemia o idolatría (Sanhedrín 6,1-6).
En los Anales de Tácito, se verifica la afirmación de Josefo: «Pilato lo condenó a la cruz, por la denuncia de nuestros jefes». Esto concuerda con la práctica habitual, según la cual el Procurador tenía autoridad para juzgar todas las causas civiles y criminales, tanto de los judíos como de los no judíos y de los romanos residentes en la provincia, únicamente el Procurador podía ejercer el ius gladii (poder de dictar la sentencia capital), y le informaron que, el sumo sacerdote Anás; no tenía derecho a convocar el Sanhedrín sin su permiso»(Josefo, Antig. XX,203).
La sentencia de Pilato a la muerte de cruz correspondía a la antigua ley de lesa majestad (que castigaba crímenes contra el Estado) restaurada por Tiberio (Tácito, Anales I,72).
Las palabras más misteriosas del Testimonium son aquellas que refieren que Jesús «se les apareció al tercer día, vivo de nuevo». Sabemos que los discípulos no justificaron sus creencias simplemente a partir del sepulcro vacío. En verdad, se les apareció vivo al tercer día y, la constancia y el entusiasmo en anunciar esa Buena Noticia, aún en medio de amenazas y de represión por parte de las autoridades, no silenciaban a los ahora decididos y valientes discípulos liderados por Pedro que decían: «No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hechos 4,20).
Respetado lector. Le he presentado textos de fuentes que no están en el Nuevo Testamento, escritas por historiadores no creyentes de la época quienes avalan la real existencia de Jesús, que no es un invento del hombre, que murió y verdaderamente Resucitó.
Le dejo con esta verdad histórica.
Que sea feliz