La escultura de San Sebastián del jesuita Juan Bitterich que en su éxodo a Argentina por la Cordillera de los Andes dejara abandonada en Río Colorado y que los lugareños trajeron a la Parroquia Santa Rosa donde hasta hoy día se exhibe como incalculable valor de patrimonio cultural, parecía ser una de las obras más antiguas de renombre existentes en el Valle de Aconcagua, hasta que se descubrió que en el Museo Colonial de San Francisco de Curimón, fue hallada en sus salas una pintura de Joseph Ambrossi, nacido en Suiza y procedente del Tirol, de Italia, del retrato de la Madre de Cristo en letanía laureada, cuya existencia es posterior a 1767.
Publica el Obispado que este episodio histórico se remonta a 1748 con el arribo a Chile del sacerdote jesuita Haymhaussen procedente de Alemania. Primo del Emperador alemán y de la Reina de Portugal se le concede el permiso “para pasar” a América acompañado de cuarenta hermanos coadjutores, es decir aquellos no hacían la profesión solemne. Por lo mismo largo tiempo estuvo seleccionando los mejores artistas, incluso en talleres públicos y privados, dado que no eran suficientes los hallados en colegios de la compañía.
El singular descubrimiento, según se tuvo conocimiento gracias a un trabajo constante de la puesta en valor y conservación del patrimonio cultural del Obispado de San Felipe de Aconcagua y la Fundación Buen Pastor de San Felipe, recuerdan que por aquellos años de gran prosperidad artística de inmigrantes jesuitas llegaron los jesuitas.
Los antecesores jesuitas habían procurado traer consigo a América “profundos teológicos, incansables operarios y buenos estudiantes”. Por lo mismo esta inmigración jesuita fue diferente, ya que profundizó en las artes en sus variadas manifestaciones, donde principalmente se destacaron en la pintura, escultura, platería e imaginería.
De este grupo surgiría precisamente Joseph Ambrossi, quien inaugura junto a otros grandes exponentes el panteón de artistas de la pintura colonial americana, siendo por lo tanto uno de sus más destacados atributos.
La obra en cuestión forma parte de las numerosas pinturas que se conservan en el Museo Colonial de San Francisco de Curimón, entre ellas esta imagen de la Madre de Jesús, cuyo registro que lo componen atraviesa todas las épocas, períodos y manifestaciones humanas. Precisamente en Curimón donde confluyen y se encuentran los caminos, que alberga en sus habitaciones únicas expresiones de humanidad, en sus más diversos períodos y particularidades; así como los vaivenes históricos que ha debido sobrellevar al menos, en sus últimos 400 años de su rica historia patrimonial.
La imagen de la Madre de Jesús, obra del jesuita, nacido en Suiza y procedente del Tirol, Italia, Joseph Ambrossi, que se conserva en el Museo Colonial de San Francisco de Curimón.