Por: Dr. Denis Panozo Villarroel
Es otro trastorno de la conducta alimentaría, no es una condición muy frecuente en la población general, su morbilidad y mortalidad están entre las más altas dentro las enfermedades siquiátricas debidas a las malnutrición, las conductas de purgas y actos suicidas. Su tasa de mortalidad es de un 0.56%, lo que constituye más de 12 veces la tasa de mortalidad femenina en la población general.
La Anorexia nerviosa afecta principalmente las niñas adolescentes y también a mujeres jóvenes, y es diez veces más frecuentes en mujeres que en hombres, lamentablemente ha ido aumentando en los últimos años en forma considerable.
Existe una población de alto riesgo sintomática, la que se podría detectar en forma precoz, de tal forma poder intervenir tempranamente (ya sea en forma preventiva o con un tratamiento específico) y quizás lograr mejorar el pronóstico y calidad de vida de algunos de ellos.
En relación con los factores genéticos, la predisposición a un tipo de personalidad determinado, los trastornos de ansiedad y depresivos, o una
Vulnerabilidad fisiológica que pueden jugar un rol en el desarrollo de este mal.
Varios investigadores coinciden en la teoría genética, pero aún quedan muchas preguntas por responder acerca de las contribuciones biológicas al desarrollo de los trastornos de la conducta alimentaría.
La mayor parte tienen un inicio de su sintomatología alrededor de cinco años de su menarquia, cuando las presiones sociales y las exigencias personales en relación a las tareas del desarrollo (consolidación de identidad, mayor cambio en el rol de género, etc.) influyen en forma importante.
Los factores asociados con un pronóstico reservado son : enfermedad de larga duración, inicio más tardío, peso más bajo durante la enfermedad, presencia de vómitos e impulsos bulímicos, ansiedad de comer en presencia de otros, bajo rendimiento escolar, mala adaptación social durante la infancia y finalmente malas relaciones familiares. Todo esto enfatiza lo perentorio efectuar un tratamiento multiprofesional, psicológico, farmacológico y familiar.
Frente a la menor sospecha, es recomendable que acuda al médico, de esta manera no evitaremos lamentarnos cuando veamos a nuestros seres queridos consumidos por esta enfermedad.