Por: José Ramón Toro P., profesor Liceo Max Salas Marchán
La actitud de Santo Tomás, el apóstol, está en la memoria colectiva en el dicho: “Ver para Creer”. Sabemos que, ese dicho, responde a una falta de credibilidad en el testimonio de sus amigos que SÍ, habían visto a Jesús Resucitado.
La credibilidad es algo que, por sí mismo, merece ser creído a pesar que, el mensaje pudiese no ser veraz (verdadero) porque se fundamenta en la persona que transmite el mensaje y que tiene una actitud que genera, precisamente, confianza en ella.
Me explico: la credibilidad está directamente relacionada con la persona o la institución que representa y que entrega una información o una realidad, cualesquiera, que deba ser creída por los demás. Es la Persona o una Institución.
Es tan así que, puede que una persona diga la verdad y nadie le crea (porque la verdad dependerá de la persona que dice la verdad sea creíble o no). Caso contrario, una persona puede mentir y puede que, haga tan creíble su mentira que todos asuman y la acepten como verdad.
Difícil cuestión.
La Credibilidad debe tener su sustento o base en la Honestidad y en la Confianza.
Se sustenta en la Honestidad que debe ser alimentada por la verdad, por la certeza en ella, coherente y confirmada con los gestos, actitudes y compromiso con la vida y justicia. En efecto, la Honestidad y la Verdad deben ir siempre tomadas de la mano. Son inseparables. Cuando no hay verdad, no hay honestidad y viceversa. Así de simple.
Otro sustento de la Credibilidad es la Confianza que, es una de las reglas de oro con la que se miden las relaciones personales. Pero no una confianza ciega sino siempre iluminada por la razón y verdad pues, sabemos por experiencia que, cuando en una relación se ausenta la verdad (se dicen mentiras) se pierde y destruye la confianza y, como consecuencia de ello, se daña y pierde la Credibilidad en el otro.
Cuando se pierde la Credibilidad en la otra persona, se comienza a cuestionar el pasado de esa persona y surge la pregunta ¿Cuántas veces me habrá mentido? ¿Cuántas he sido engañado (a)?
En la relaciones personales, sean éstas de amistad, compañeros de trabajo, de parejas, de matrimonio, etc. , siempre habrá dos realidades que permitirán aceptar como Creíble lo que haga o diga la otra persona y, éstas son la Confianza y el grado de conocimiento que se tenga de ella.
No me puedo abstraer, al escribir este artículo, en la dolorosa pérdida de Credibilidad en la jerarquía de mi Iglesia Católica y (sin jugar al empate) quisiera que despejemos el polvo que esto ha levantado y pensemos en las AFP e ISAPRES, donde los ganadores son normalmente ellas y, nosotros los perdedores. No hay Confianza en ellas.
Ni pensar en las instituciones de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden que han sufrido graves escándalos, teniendo como efecto la pérdida de la Credibilidad en ellas. A esto sumemos la actividad política y a quienes mal llamamos políticos. Pero si hacemos memoria, aún el caso PENTA no está resuelto donde, la ciudadanía espera una condena ejemplar. Sumemos a ello los tantos casos que han sido horrorosos delitos económicos donde la “Justicia” ha perdido claramente la Credibilidad. (Recomiendo al respecto la lectura de “La Máquina para Defraudar” de María Olivia Mönckeberg premio nacional de periodismo 2009.)
Me preocupa cuando una sociedad da signos claros, evidentes y plausibles que ha ido perdiendo algo tan valioso que, en la historia la ha sustentado y, sustentado su democracia y gobernabilidad, cual es la Credibilidad.
Recuerden que antes bastaba decir ¡Palabra más un apretón de manos! Eso tan noble se ha perdido y ahora todo se hace y acuerda, se afirma y confirma en una firma ante un ministro de fe llamado Notario. En la Credibilidad se sustenta toda actividad que mueve nuestra nación. ¡Toda! Ninguna actividad escapa de ello.
Me impresiona cuando la Incredulidad se convierte en un juicio de valor a priori, desplazando con silenciosa violencia la Credibilidad.
La Credibilidad es un bien moral que muy bien debemos cuidar en toda actividad y quehacer de nuestra ciudad y sociedad.
Que sea feliz.