Por: Eugenio Astudillo Leal
Recuerdo en mis años de niñez y juventud, cuando era común escuchar a algunos padres orgullosos que al referirse a los hijos, se ufanaban de ellos exclamando a los cuatro vientos: ”mi hijo me salió vivaracho”, y como si esto fuera poco, reafirmaban esta precisión con otra célebre frase “es que tiene cachativa”, y para sostener esta calificación terminaban su definición diciendo “ Es que a este no se le va ni una”. Con estas sin iguales expresiones ellos valorizaban el hecho que algunos de sus vástagos le había nacido con habilidades especiales para enfrentar la vida, en otras palabras, más despierto.
En el periodo de niñez – juventud, ese padre orgulloso reafirmaba su apreciación sobre su hijo especial con frases como, “este las agarra al vuelo”, “no da puntá sin hilo”, “donde pone el ojo pone la bala” todos dichos demostrativos para destacar su condición de vivaracho
El joven así potenciado, pronto se dio cuenta que en la sociedad de los hombres, al igual que des animales, “el pez más grande se come al más chico” “que el que no corre vuela” “que el dinero no es santo pero hace milagros”, y así planificó su vida futura con la ley del menor esfuerzo y teniendo siempre claro que en esta etapa contemporánea existe una máxima que expresa que; ”a rio revuelto ganancia de pescadores”
El vivaracho ya adulto, que son los que nos inundan ahora en este rio revuelto llamado Chile, basados en los dichos premonitorios de sus progenitores, obstaron principalmente, en lo posible, por no trabajarle un día a nadie, organizaron sus vidas con la ley del mínimo esfuerzo, y se dedicaron a hacer lesa a la gente a diestra y a siniestra. Algunos organizaron financieras piramidales, otros trajeron tarjetas de créditos, otros abusaron de instituciones policiales, otros se convirtieron en religiosos abusadores, otros se metieron a políticos legislativos o chupamedias del gobiernos de turnos, otros con menos aptitudes se conformaron con ser los asesores de políticos importantes, o en último caso se metieron a honorarios en servicios públicos, perjudicando a los funcionarios de carrera, en calidad de pitutero. Lo único bueno de todo esto es que ahora, cuando ya se multiplicado, la gente los puede resumirlos en una sola palabra “CORRUPTOS”.
Pero hablando con la verdad y en forma democrática, los vivarachos no solo han copado las altas esferas de la sociedad, sino que también los hay en todos los niveles de nuestro Chile. Están en las bases sociales, organizaciones vecinales, comunitarias, deportivas, voluntarias, muchas otras. Los varios bonos y subsidios que ofrece el Estado; bien inspirados en sus fines, han instaurado un nuevo grupo social de vivarachos que indebidamente vive de la abstención incorrecta de muchos de ellos, bonos de arriendo, subsidios de agua, bono marzo, para la construcción, de desaparecidos, de los perseguidos, indígenas, de los que respiran, etc. Esto también es y se debe decir, también es CORRUPCION
En realidad no es malo para la sociedad que nazcan niños vivarachos. Lo que sí es importante que a todos ellos se les enseñe ética, moral y una apropiada conducta social y comunitaria. No es posible seguir con una sociedad que apruebe conductas tales como; “Abierto el cajón convidado está el ladrón” “El que roba a un ladrón 100 años de perdón”, “En el país de los ciegos el tuerto es rey”. En esto, como progenitores, debemos recordarles siempre a nuestros hijos en formación, que ”el que la hace la paga”, “lo bien aprendido siempre es sabido”, y por último, la máxima más mentirosa de estos tiempos actuales “CHILE NO ES UN PAIS CORRUPTO” ¿QUIEN SE LA CREE? Vivarachos…..