Señor Director
La casa propia es un sueño y ninguna persona debiera pasar por el sufrimiento de verlo desmoronarse. No obstante, con frecuencia vemos casos de personas que han comprado propiedades, ya sea para vivir o invertir, y éstas han presentado problemas graves.
Socavamiento, fisuras, filtraciones y/o desperfectos, a tal punto que en algunos casos se ha vuelto peligroso habitarlas.
La falta de ética y profesionalismo de algunas empresas constructoras e inmobiliarias que se suma a la falta de fiscalización de la autoridad, hoy tienen a muchas familias sin un lugar seguro para vivir, pese al esfuerzo económico que han hecho para conseguir el anhelo de una vivienda.
Estas situaciones no se abordan en los programas de gobierno de los candidatos presidenciales, sin embargo afectan a los chilenos que más apoyo necesitan. En Chile el PIR (Índice de Acceso a la Vivienda, por sus siglas en inglés) alcanza el valor de 7,6, lo que se traduce en que una familia debiera destinar íntegramente su sueldo por 7,6 años para adquirir una vivienda. O, considerando que los créditos hipotecarios no permiten destinar más del 25% del salario para este concepto, se necesitaría un inexistente crédito a 45 años plazo para concretar dicho anhelo. Con estas prácticas de la industria, no vamos por el mejor camino.
Mónica Torres Urzúa, Directora Ingeniería Civil Universidad San Sebastián