El paso inclemente de los años; los terremotos que cada cierto tiempo azotan a la zona y el olvido y desinterés demostrado por los anteriores gobernantes, terminaron con la estructura física de la histórica casona, que era orgullo de Los Andes ubicada en la esquina de avenida Chacabuco y Sarmiento (hoy Santa Teresa).
La colonial residencia de dos pisos y con un notorio balcón que se imponía a la entrada de Los Andes desde el sector sur, recibió en sus patios y habitaciones a la oficialidad del Ejército Libertador que cruzó la cordillera en 1817 y que dio la libertad a Chile. Tanto que era frecuente cuando recibía la visita de personalidades después de la gesta de rechazo de la presencia extranjera, señalan publicaciones de décadas anteriores.
La propiedad era pintada de color terracota perteneció a don José Agustín de la Fuente y Barahona, quien llegó a ser gobernador de Los Andes y hombre vinculado a diversas entidades del quehacer local, muy respetado y apreciado por la comunidad andina. «Fue un refugio de padres de la patria y de patriotas. O’Higgins y San Martín alojaron allí cuando se luchaba ardorosamente por la Independencia de Chile», señalaba en una de las publicaciones el abogado Alfonso Ramírez de la Fuente, en los años en que era alcalde de Los Andes y descendiente del primer dueño de la casa.
Durante la década de los años 1970 y tras soportar los terremotos, el inmueble quedó con graves daños interiores, que no eran visibles desde la parte exterior. Un desagüe construido terminó por debilitarlo. Pese a ello el alcalde pidió que el director de Obras Municipales, Víctor Oyarzún, efectuara una inspección ya que existía el deseo de pedir que fuera declarada Monumento Nacional. En ese entonces la solariega residencia era de propiedad de Consorcio Nieto Hnos. Pasó el tiempo y de la noche a la mañana la propiedad fue demolida en cuanto al segundo piso, argumentándose que el techo de tejas, coligües y barro había comenzado a caer y era un peligro para los transeúntes.
El resto de la historia ya es más conocida por las nuevas generaciones. La industria Alcor que adquirió la Fábrica Oso utilizó la propiedad como bodega, pero ni un decreto que dio plazo de cuatro años a la industria para dejar de funcionar dada la contaminación que provocaba en el damero central pudieron impedir la destrucción total de la histórica casona.
Antiguos vecinos que tuvieron la oportunidad de conocerla por dentro y recorrer su amplio balcón, cuentan que el paisaje que tenía al frente era hermoso porque se podía apreciar el cerro y parque «La Feria» y los carruajes y personas que se desplazaban por ese punto de la ciudad y lamentaban que -como otras propiedades históricas- no supieron cuidar esta reliquia histórica, que ahora solo podemos apreciar por las escasas fotografías que se conocen.