Por: Eugenio Astudillo Leal
Después de tantos males acaecidos en el último tiempo en el país, el día de la Pascua de Resurrección Jesús nos mandó un pequeño regalito de agua del cielo, que nos despertó cierto optimismo, en que a lo menos, en las cosas naturales, no todo puede ser tan negativo en nuestra martirizada existencia humana.
Algunos vecinos del barrio salieron con sus hijos menores a la calle para que percibieran lo que era caminar bajo las pequeñas gotas. Mi hijo, llegado a Los Andes hace un par de años, sacó a su bebé de seis meses al patio de su casa, para que por lo menos, en su corta existencia, viera; por primera vez en su vida, lo que para nosotros; los viejos, era habitual en los antiguos abriles en esta ciudad, y que llamábamos pomposamente: La lluvia.
Lo que pasa, es que con tanta cobertura del Coronavirus, la violencia y saqueos de Octubre del año pasado, más, la moda actual de encontrar todo malo en las varias y diversas acciones que toma el gobierno actual, en el sinnúmero y variadas materias de la administración de la emergencias del país, de las cuales, algunos noticieros de la televisión han hacho un festín, nos habían hecho olvidar; a varios, que estábamos enfrentando también, un período de gran sequía en el país, y que por esto, lo del virus y sus consecuencias, sus daños y perjuicios, la habían mimetizado entre los otros varios temas pendientes, menores y habituales, que día a día tenemos en Chile.
Si bien es cierto, esta pequeña lluvia no soluciona nada frente al gran problema de la propagación del covid 19, ella nos da la esperanza de creer, que aún la naturaleza puede darnos un soplo de alivió para recuperar nuestra confianza, y esperar con devoción otro milagro natural o científico, que pueda circunscribir la pandemia actual, permitiéndonos así recuperar la tranquilidad y normalidad del país y el mundo.
En resumen, nadie quedó indiferente frente a la lluvia. Muchos, a pesar de la restricción a salir, abandonaron sus residencias para mojarse en el patio o en sus ante jardines. Otros, más ortodoxos en la materia, dijeron que era la gracia de Dios, en retribución a su pueblo, por la simpleza, racionalidad y adecuado a las circunstancias, de los actos de celebraciones de estas Semanas Santas, y también, como siempre, no faltó un dirigente de izquierda, que cree que el hijo de Dios es partidario de gobierno, que declaró “que las lluvias iban en la dirección correcta a los problemas actuales, pero que eran insuficientes”. Frase, que me ha parecido escuchar a cada rato, en este último tiempo, cada vez que la autoridad toma una medida; de cualquier orden, para enfrentar todas las crisis del último tiempo.
Es de esperar que esta pequeña lluvia; reciente, sea un buen presagio de que vendrán, otra vez, tiempos mejores, en todos los ámbitos nacionales y mundiales. Que sirva para mojar, aunque sea un poquito, nuestros resecos campos. Que sirva para refrescar las cabezas de varios termocéfalos, que están esperando que pase el virus para volver a las fechorías y vandalismo de Octubre, y Noviembre pasado. Y que por último, sean gotas de bendición para que nosotros los chilenos, seamos racionales y responsables en enfrentar todas esta crisis que nos afectan, de las cuales solo saldremos con éxito si somos, respetuosos, obedientes y colaboradores con nuestras autoridades, en todo lo que se refiere enfrentar esta pandemia viral que afecta al mundo y a Chile.
Puede, que los milagros existan. En todo caso, gracias por la lluvia don Jechu.