Por: Lic. Eustorgio Bernardo Delgado Palma
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Por tradición, se conmemora el día de la madre en mayo, segundo domingo de cada año, considero como hijo, que siendo el ser más excelso en el núcleo familiar, debemos glorificarla diariamente, por su laudable misión de procrearnos, a ella le debemos mucho, desde que posamos en su claustro materno, cuidándonos con ferviente amor, más aún se regocija cuando vemos por primera vez la luz, el nacimiento, esa luz divina perdurable, con la cual nuestra madre, con sus sabios conocimientos, la va direccionando por la senda correcta de formación personal, relacionada con la educación y la disciplina, y posteriormente transmitiéndonos valores y principios.
Conforme vamos creciendo, con sus sanos ejemplos y experiencias, impone las reglas necesarias del comportamiento, estimulando las buenas acciones y corrigiendo los errores con contemplación, no tiene preferencias para ninguno de los hijos, los acepta y los ama con sus defectos y virtudes, también se preocupa y se desvela por aquellos que han contraído matrimonio, brindándoles un amor puro e irresistible. Asimilando estos preceptos, tendremos una familia consolidada, donde impera la comprensión, la solidaridad, la fraternidad y por ende la felicidad, que debemos conservarla por siempre.
Es gratificante tener al ser que nos dio la vida, porque es la única e irremplazable en nuestra existencia, por esta razón, debemos venerarla, demostrándole el inmenso afecto que se lo traduce en respeto, consideración, protección, obediencia, benevolencia, etc, para que espiritualmente se sienta fortalecida y con ese ímpetu para seguir sonriéndole a la subsistencia, y es lo que anhelamos todos los hijos para lograr un ambiente satisfactorio, lleno de algarabía, digno de admiración.
Comparto el criterio de la mayoría de los hogares, que planifican programas con anterioridad, para la celebración del día de la madre, reconozco que es un día muy singular, donde todos los miembros de las familias se concentran y con júbilo festejar a las madres, con eventos trascendentales, para en conjunto pasar momentos amenos, y divertirse al son de la buena música, saboreando apetitosos platos y los regalos también se ponen de manifiesto, como evocación de este día de unción familiar.
Para aquellos que no la tenemos la rememoraremos por todo lo que hizo por nosotros, sus desvelos, preocupaciones, ternura, solidaridad y abnegación, cualidades innatas de toda madre, que lucha incansablemente por nuestro bienestar, y hacer realidad sus loables aspiraciones; extrañamos su ausencia con resignación, pero en el corazón de nosotros, vibra ese sentimiento, que lo vamos desahogando, poco a poco.