Por: Eugenio Astudillo Leal
La maldad es la capacidad moral de hacer o intentar cualquier acto inapropiado que produzca daño o dificultades a otras personas. Se puede decir que la maldad es cuando una persona se inclina a realizar actos indebidos, faltando el respeto y/o dañando a otros individuos.
Viendo lo anterior, podríamos decir que la maldad es la capacidad moral de hacer o intentar cualquier acto inapropiado que produzca daño o dificultades a otras personas.
Teniendo claro el concepto, nos damos cuenta que en todo nuestro entorno, siempre; y en cualquier dimensión de la vida cotidiana, encontraremos a sujetos; de todas las edades, que por diversas razones de formación, de envidias y/o idealismos fanáticos, transcurren sus días, actuando malévolamente, a diestra o siniestra, teniendo como único objetivo la maldad.
De esta realidad no se salva nadie, ni en la casa, ni en la oficina, ni en el trabajo, ni en las instituciones voluntarias, en todas partes existen personas mal intencionadas. Para que hablar de la política global y contingente, en donde la maldad, expresada en todas sus formas, es pan de cada día.
Nuestro país, sea visto sacudido en los recientes días por noticias de varios casos, que por llevar lo político como apellido, solo destacamos lo anecdótico del suceso, sin detenernos a pensar en el grado de maldad, que originaron cada una de acciones, por no caer en famoso “negacionismo” que algunos quieren implementar ahora como ley, para que los chilenos no pensemos en positivo sobre nuestros comportamientos erróneos,
El Juez Madrid, después de largos años de investigación y estudio ha entregado un fallo de primera instancia, ratificando que el recordado ex presidente don Eduardo Frei Montalva, fue asesinado por un grupo de personas organizadas, que actuando con maldad, arrebatan la vida a tan importante autoridad pública, que lideraba una posición importante en el momento de su asesinato. De igual forma, ha sido por todo sabido la negación de la República Francesa a la extradición de uno de los componentes relevantes del grupo que asesinó al importante Senador don Jaime Guzmán Errazuriz, quienes actuando también con maldad le arrebataron la vida en un momento muy importante de su vida pública y de educador.
Pero no todo termina ahí, también la sociedad chilena se ha visto impactada estos últimos días por el retorno de un ex frentistas, que entre varias actuaciones indebidas, participó con maldad en el año 1991, en una balacera derivada de control policial, en donde se encontraron armas en su auto, matando de un balazo al Cabo de Carabineros Osvaldo Reyes R., quien cumplía con su deber policial en democracia.
En estos tres casos señalados, la maldad, como componente principal, explica las actuaciones mal habidas de todos los individuos participantes en estos hechos, Todos ellos, por lo visto, actuaron con la capacidad moral de hacer daño a sus contrincantes, opositores o con diferencias filosóficas distintas, a los cuales no podían vencer en los espacios democráticos, y por el solo hecho de distinguirse en sus ámbitos de acción, ya sea como simple Carabinero o políticos relevantes, los sacaron de la circulación de este mundo de derechos, con diversas armas o infecciones accionadas en forma maldadosa, porque razonablemente, ellos; los hechores, no podían competir contra ellos por los medios civilizados de costumbre.
Si a todo lo anterior le agregamos, los hechos reivindicatorios de comunidades originarias mal orientadas por malos dirigentes, o peticiones intransigentes que el papá estado no puede complacer de inmediato, caen en actitudes de maldad, en varios otros ciudadanos son dañados y/o perjudicado. En este pequeño análisis de ciudadano simple, me cuido de no usar la palabra “Terrorismo”, para que no me tilden a mí de maldadoso.
Lo más terrible de todo esto, es que respaldados con las banderas de los derechos humanos que verdaderos maldadosos las usan como escudo protector para consegír por la fuerza lo que por sus malos argumentos no pueden con la palabra, todos tratan de ocultase tras ella, haciéndose pasar como “pobrecitos”, marcando el sesgo de que hay derechos humanos diferentes para los de izquierda y otros derechos humanos más especiales para los de derecha, cuyas explicaciones; por no caer ahora en un análisis filosófico contingente que daría para varias hojas de reflexiones, no lo comento, y solo me quedo en esta oportunidad, con la convicción que en todos estos actos reñidos contra la existencia de las personas, llámense como se llamen, donde también incluyo a la descalificación, muchos, muchos y muchos, actúan irrazonablemente, con MALDAD.
En la mayoría de los textos religiosos se habla de la maldad, pero ahora la solución no está en las iglesias, si no que en los valores que les podemos dejar a las nuevas generaciones, para que la maldad, como la conocemos ahora, deje de existir entre los chilenos.
¡SIGANME LOS BUENOS¡