La obesidad mirada desde la psicología

La obesidad mirada desde la psicología

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Por Andrés Dominichetti Herrera, Psicólogo

La obesidad es hoy una pandemia mundial que afecta a los países en desarrollo y como tal acarrea a sus poblaciones graves problemas de salud con patologías como hipertensión arterial, diabetes, cardiopatías, daño a las articulaciones, autoestima y varias otra. En Chile la situación es igualmente grave y con impacto en los sistemas de salud. La obesidad infantil es preocupante ya que serían los adultos enfermos del mañana. La Organización Mundial de la Salud OMS, viene dando alarmas desde hace años y nuestro país, ha estado implementando planes y programas diversos para afrontar el problema a través de las redes de salud. Ejemplos de ellos son la difusión de estilos de vida saludables e incluso el control sobre expendio de alimentos no recomendables y exigencias de etiquetados. Como dato ilustrativo, estudios del MINSAL en conjunto con la PUC ( 2016-2017) indican que la población obesa de Chiles es del 31,12 por ciento, sin considerar la con sobrepeso.

Tradicionalmente la obesidad fue atendida desde una visión biomédica, aplicando fórmulas ideales de nutrición y tratamientos médicos de los síntomas, restándole importancia a una visión psicosocial del problema; es por ello que los resultados no han sido eficaces y significativos para el grueso de la población.

Con exclusión de la obesidad de origen endocrino, desde la psicología, la obesidad no es una enfermedad sino un síntoma de un problema que subyace al interior de la persona el que se modifica para bien o para mal por factores socio culturales que los provee el medio, de ahí que en su tratamiento, ha de considerarse como un fenómeno multifactorial en su origen y multiprofesional en su tratamiento. Para una visión psicoanalítica clásica, la obesidad es solo un síntoma que esconde la reacción a un evento traumático y funciona como un tipo de defensa contra la ansiedad o una reacción depresiva. El desarrollo de la obesidad estaría articulado por experiencias de la etapa oral del desarrollo donde el amamantamiento del niño, desde que nace, tiene una función que sobrepasa lo nutricio ya que por la ingesta obtiene placer y seguridad que experimentó en el pecho materno. Los autores Caparros y San Feliu ( 1997) señalan “ el obeso no sufre de un exceso de apetito sino de un “ansia” de comer” Este fenómeno se debería al desarrollo de un YO débil, carente de recursos adaptativos que resuelva el conflicto. Para Meza y Moral de la Rubia ( 2011) los adultos con fijaciones orales pueden volverse hacia la comida en forma compulsiva en un intento de recuperar el confort y seguridad que experimentaron en la infancia. Lacan decía “El hambre en el obseso no es un hambre de comida sino de goce, como el goce no se satisface, va a ser la comida la que controla al paciente y no el paciente a la comida”

Volviendo a la necesidad de afrontar el fenómeno perverso de la obesidad multifactorial, será necesario acceder a lo que Lacan denomina “ nudo psíquico desencadenante del problema”, que yace en el subconsciente del obeso, para desatarlo mediante técnicas psicológicas y luego proveerlo de recursos adaptativos en el campo cognitivo conductual, con el concurso de la familia, la educación, la cultura, el deporte, y muchas otras expresiones que fortalecen una vida sana y que el medio socio cultural nos ofrece.

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