La obra que realiza Damas de Rojo en Hospital de Los Andes

La obra que realiza Damas de Rojo en Hospital de Los Andes

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Hospital de Los Andes

Sr. Director:

«Con alta probabilidad, si alguien visita el Hospital San Juan de Dios de Los Andes en días de semana, se cruzará con Florencia apurándose por los pasillos, para prestar atención a algún paciente que la requiere, a menudo con urgencia.

Los lunes, a las seis y media de la mañana, suena el despertador de Florencia. Así comienzan para ella todos los lunes, aunque ninguno es igual al anterior.

Cuando llega al hospital a las ocho y media de la mañana, Florencia retira una lista para saber qué pacientes necesitan ayuda. Ellos pueden estar en las áreas de cirugía o de tratamiento intensivo. Pueden ser personas accidentadas o estar a punto de convertirse en madres.

Florencia visita a los pacientes que se le asignan, tras conversar con el personal médico a cargo. A. veces, con su sola presencia en las habitaciones del hospital, ella se gana unas cuantas sonrisas. Es el premio que recibe a cambio de sus palabras de aliento o de su ayuda mediante labores que aunque simples, son imposibles de realizar por algunos enfermos. Ellos también agradecen los útiles de aseo, medicamentos, alimentos, instrumentos ortopédicos y otros equipos que las voluntarias donan y/o distribuyen a quienes los necesitan.

La misma acción que realiza Florencia los lunes, la cumplen otras cuarenta señoras voluntarias, en el mismo horario, diversos días de la semana. Ellas son mujeres con variadas obligaciones personales. Algunas son mamas de colegiales, otras son mujeres con altas responsabilidades en su vida profesional. Sus grupos etáreos también son diversos. La edad mínima para ser voluntaria es de dieciocho años de edad, hasta los setenta. Lo importante es que todas ellas sustraen unas horas de sus ajetreadas

vidas familiares y profesionales para dedicarlas a ayudar a quienes más lo necesitan. Son inconfundibles, con sus uniformes rojos. Ellas son las Damas de Rojo de Los Andes. Y cumplen esta labor de asistencia hace ya cincuenta y dos años –desde que se fundó dicha entidad sin fines de lucro, el 3 de octubre de 1964.

Me integré a esta organización hace veintitrés años, como Dama de Rojo. Pertenezco a su directorio hace cuatro años y presido esta institución hace dos. De manera que organizo y coordino las labores de este grupo de voluntarias. Ellas tienen, como única misión, aliviar la vida de los pacientes de los centros de atención de salud de Los Andes. Como es natural, con el tiempo llegan nuevas voluntarias y otras se van. Lo que nunca ha variado es nuestro compromiso de trabajar responsablemente para ayudar, acompañar y cooperar con quienes más lo necesitan, brindándoles con ello un poquito de alegrías y esperanzas en momentos difíciles.

La misión de las Damas de Rojo tiene un propósito honorable que no busca reconocimientos especiales, pero que tampoco merece las criticas ni calumnias de personas mal informadas. Menos aún merece la mofa de quienes obviamente no han conversado con los pacientes que reciben la atención y dedicación de Florencia o de sus decenas de colegas voluntarias. De haber sido así, probablemente el guión resultante seria exactamente opuesto al que desinformó a diario -hace algunas semanas, del 3 al 25 de junio de este año en el Taller Siglo XX- a quienes pagaron por escuchar las creaciones de una mente que parece llena de odio. Me refiero al montaje «La Dama de Los Andes», del señor Bosco Cayo Alvarez.

Peor aún, los insultos contenidos en el libreto utilizado por el señor Bosco Cayo Alvarez, y dirigidos contra nuestras voluntarias, sacan

provecho del presunto avance de enfermedades debilitantes, para usarlo como elemento de comedia. Asi que el señor Bosco Cayo Alvarez se burla de un grupo de seres humanos a costa de sus presuntas debilidades e incapacidades físicas o mentales. Con esto, el señor Bosco Cayo Alvarez ofende directamente a los pacientes que sufren dichas enfermedades. Son precisamente algunos de estos enfermos quienes reciben nuestra atención diariamente, en el contexto de nuestra labor voluntaria.

Además de todo lo relatado, el señor Bosco Cayo Alvarez tiene estudios universitarios en sicología. Tomando esto en cuenta, menos se entiende su falta de sensibilidad hacia las personas que sufren las condiciones médicas ya descritas, al usarlas en su guión como elemento de comedia, con la clara intención de burlarse de quienes padecen dichas enfermedades debilitantes.

A quienes sinceramente cuestionen la relevancia e integridad de la labor que cumplen a diario las Damas de Rojo de Los Andes –o de cualquier otra entidad de damas voluntarias, presentes en los centros de atención médica a lo largo de Chile– los instamos a visitar los hospitales de nuestro pais. Asi podrán indagar y constatar personalmente, consultando a los propios pacientes y al personal médico, en qué consiste realmente la misión de las organizaciones de damas voluntarias. Entre ellas, la que me ha tocado presidir, a mucha honra».

Le saluda cordialmente,

Paulrna Kaufan del Real

Presidenta Damas de Rojo

de Los Andes

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