Por: Eugenio Astudillo.
En estas últimas semanas, con pocos días de diferencias tuve la mala suerte de perder a dos seres queridos, los cuales por su avanzada edad, ya están gozando del descanso eterno.
Uno nunca quiere que nos pasen estas cosas dolorosas, pero cuando ocurren, uno debe tener algunas referencias para poder enfrentar la situación; no emocional, de la forma más ordenada y coordinadamente posible, para que el acontecimientos, no derive en malos momentos, que en estas ocasiones difíciles, se hacen más incomprendidas, sobretodo, por lo increíble que es donde nacen los mayores obstáculos.
En principio les cuento, que mis dos suegros fallecidos recibieron las mejores atenciones de salud hasta sus últimos momentos en los Hospitales de San Felipe y Los Andes., que para todos los que sabemos pedir las cosas correctamente, nos brindan las mejores atenciones e información sobre nuestros pacientes. Bien por ambos Hospitales. En otro aspecto, los servicios funerarios de la zona, en realidad llenan y complementan todas las necesidades que se generan en esos difíciles momentos, además de ser atentos y comprensivos. También bien por ellos. En el tercer aspecto en estas tragedias; los cementerios, en todos ellos existen ciertos protocolos bien establecidos, que satisfacen las difíciles necesidades y coordinaciones que se requieren en esos difíciles momentos. Todo se paga, pero los servicios están disponibles. Donde sí comienza a ponerse difícil la cosa, es donde uno menos se imaginan; LA IGLESIA.
La fe religiosa es algo incomprensible para las nuevas generaciones, pero la mayoría de los viejos nos acordamos de ellas en estas ocasiones. El drama fue, que para los dos funerales no hubo Sacerdotes. En el primero el cura tenía un compromiso importante, y gracias a Dios había un Diácono disponible, que por contactos de iglesia nos hizo una misa de acuerdo a su rango, sin consagración de ostias, pero misa al fin… A la familia, en esos momentos no se le cuentan estas cosas.
En el último funeral; este lunes, sí que caímos en desgracia. Los lunes los curas no trabajan. Es decir no hacen misa. Ahí comienza la odisea de conseguir un Sacerdote amigo, en último caso un Diácono. En esta desesperada búsqueda me enteré que existe otro tipo de pastor para estas emergencias; Los Ministros. Dije yo, el que sea.
Para entender esta cosa tuve que pedir orientación a personas más apegadas a la iglesia que yo. Así, para graficarme mejor la cosa me compararon la jerarquía de la Iglesia al escalafón militar: Los Sacerdotes son los Oficiales, Los Diáconos, los Suboficiales, y los Ministros los conscriptos, pero me advirtieron que todos no hacen misas. Los de menos rangos hacen media misa, y los Ministros un cuarto de misa.
En esos momentos de angustias y tratando de buscar consuelo para la familia más creyente pensaba impotente lo cambiado que está el mundo. En mi rabia veía una Iglesia cerrada que tenía un cartel “Los feligreses deben morirse de martes a sábado a mediodía, El lunes no hay misas”. Más allá en el mismo pueblo me imaginé en esta lógica un Cuartel de Bomberos que decía “Haga su incendios de lunes a viernes, los sábados y domingo no se apagan incendios”. Por último, en el mismo pensamiento de rabia en un cuartel de Carabinero decía; “Realice su accidentes de tránsito de lunes a viernes a las 20 horas, por descanso del personal”. De repente volví a la realidad bruscamente pensando ¿La religión es un servicio o un auxilio para las almas en conflicto? ¿Qué tan lejos, con tantos reglamentos estamos cada día del señor?. Como es Semana Santa no hablaré más del tema y no iré a reclamar como pensaba a la Iglesia; quizás me diga la secretaria que el sacerdote fue a comprar pescado para el viernes. PLOP-
Al final, Mi hijo sentado al lado de mi asiento en el auto, me miraba sarcásticamente tarareando una canción de Violeta Parra que dice en un estribillo “ Que dirá el Santo Padre, Que vive en Roma, Que le están degollando, a su paloma…..
Por dios que cuesta creer….