A los/as docentes en su día, recordando en especial al profesor Carlos Leiva Valenzuela.
Por: Palmira Ramos Cruz, profesora y Magíster en Educación, escritora.
Desde los sueños más significativos del alma poética donde las musas ejercen su poder de inspiración, la pedagogía se escribió en versos, en acciones de esperanzas por su histórica misión.
Los patios de las escuelas reciben las imágenes de miles de presencias que se conjugan en los pizarrones de antaño, empolvados de una tiza que escribía palabras y números en ángulos rectos la sumatoria de los verbos en el idioma de los sueños. Era la profesión más respetada y admirada de una sociedad cuyos cimientos se transformaban en las mentes humanas de niños que jugaban en aquel patio de tierra. La pedagogía de entonces cautivaba por su esencia, por ser ella misma una respuesta a la construcción de la vida de nuevas generaciones.
La pedagogía yace en las aulas sintiendo su fatiga, anonadada por el furor de voces dominantes como señores de la querencia que se adueñan del destino de los demás…la pedagogía es acción y poesía en un lenguaje figurado que hoy es incomprendido, la pedagogía tiene sed de amor y sabiduría para retomar su marcha a los caminos eternos de la existencia, donde la filosofía se transforme en crecimiento de los frutos que llegarán a sentirse en los muros de la misericordia entre los látigos de la soberbia que produce llagas en las estrellas y las manos del profesor.
La pedagogía es transformación y sucesión de sus orígenes con raíces mestizas que nos hablan con la sapiencia de la pachamama que late con el ímpetu divino que no tranza metamorfosis oníricas distorsionadas por la traición, aquella que se envuelve en un halo de pujanzas ajenas al despertar de las conciencias en primavera. La pedagogía tiene un don y ese don es el profesor/a que surca en las aulas las atmósferas del cosmos de ensueños y mitos y va multiplicando la razón de la humanidad en pizarrones electrónicos pronto a olvidar. El Maestro, sí…bien digo, Maestro con mayúscula, el de siempre, el de hoy que lidia entre el tú y yo para sembrar esos aprendizajes sin tiempos de madurar.
La pedagogía es maestría que se absorbe desde la inspiración de las palabras en la conversación, y se transmuta en el aula como un constructor de pirámides en la geometría de una historia que se dibuja en las almas de los seres humanos que sostienen sus esperanzas en las lunas oscilantes de los hemisferios cerebrales.
La pedagogía nace cada día como el sol e ilumina sempiternamente su galaxia.