Eduardo Castillo Docente Escuela de Periodismo Universidad de Las Américas
El segundo semestre de este 2021 viviremos importantes elecciones que marcarán el futuro de nuestro país. Bajo este escenario, resulta claro que las redes sociales son estratégicas en la comunicación de los candidatos. Ya hemos visto lo que puede generar un tuit en el mundo, desde el caos en servicentros por una supuesta escasez de gasolina, hasta acusar un fraude electoral inexistente que generó el asalto al Capitolio.
Un estudio de Twitter realizado en España por parte de investigadores de la Universidad de Jaén, demostró que cuanto más negativo es un tuit que tiene contenido político, más probabilidades de ser retuiteado. Quienes realizaron el trabajo utilizaron un modelo matemático que considera variables como el contenido, cantidad de retuits, cuántas palabras positivas o negativas tiene y la información del usuario que lo emitió, entre otros detalles.
De todas formas, no hay que ser experto para saber que lo anterior es una motivación para que se propaguen los mensajes de desinformación y desprestigio, sobre todo considerando que el alcance de dichos mensajes será mayor que las ideas y definiciones de un postulante.
A raíz de esto resulta imperante pedir responsabilidad a los equipos de campaña y diseñadores de la estrategia comunicacional, y a quienes aspiran a llegar a cargos de máxima representación popular. También a los que están presentes en esas plazas públicas digitales, sean militantes, simpatizantes o personas lejanas a la política. La responsabilidad es de todos para intentar contener un tsunami de opiniones que puede desbordar la misma plataforma y sus herramientas de control.
No vale lo mismo ganar a cualquier precio o al menos no debería.