La vacunación como praxis histórica: Un camino para los escépticos

La vacunación como praxis histórica: Un camino para los escépticos

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Por Evelyn Puga Pinochet, Directora de Escuela de Terapia Ocupacional
Universidad de las Américas Magister en Salud Pública

En las últimas semanas hemos visto a miles de personas mayores asistiendo a diversos establecimientos dedicados a otorgar la tan esperada vacuna para combatir el COVID-19. Ellos, sin duda, no solo dan muestra de responsabilidad y compromiso cívico, sino también de la memoria histórica de la salud en Chile, que confirma la importancia de la estrategia de vacunación.

Si analizamos la historia de la salud en Chile, antes del año 1952, cuando se crea el Sistema Nacional de Salud, veremos cómo las enfermedades infectocontagiosas con una fuerte asociación a causas estructurales como la pobreza, las malas condiciones higiénicas, los problemas de recolección de basura, entre otras, posicionaban a Chile dentro de los países con mayores tasas de mortalidad infantil en el mundo; indicadores que con la generación de una institucionalidad y autoridad sanitaria nacional se fueron reduciendo, lo que permitió mejorar la esperanza de vida y el crecimiento de la población. Entre las políticas de salud pública que permiten estas mejoras, se reconoce a la vacunación obligatoria como una de las estrategias de prevención más exitosa del planeta.

En este proceso histórico vivieron la infancia y juventud nuestros actuales adultos mayores, quienes veían morir a hermanos, madres, padres, en manos de estas enfermedades y que hoy pueden dar testimonio que la instauración de la vacunación obligatoria, y posterior programa nacional de inmunizaciones, generó efectos positivos en la ciudadanía. Enfermedades como la viruela, la poliomelitis, sarampión, hepatitis, difteria, entre otras, fueron enfermedades temidas en el siglo XIX e inicios del XX, y que gracias a la vacunación se redujeron. En muchos casos, incluso, eliminó la prevalencia e incidencia de estas dolencias. La experiencia vivida del impacto de la vacunación está en la memoria de las personas mayores, que vieron cómo les permitió ver crecer a sus hijos y contemplar un mejor futuro.

Lo enriquecedor de una experiencia positiva, según Bandura, es que puede transmitirse a otros y generar aprendizaje (aprendizaje vicario). Reconocer la memoria histórica de las personas mayores nos puede permitir valorar los avances en materia de salud pública nacional y ver a la vacunación como una respuesta segura y confiable para combatir una epidemia y, quizá, así poder convencer a los escépticos que todavía creen en las teorías de la conspiración.

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