Por: Daniel Zamorano Vargas, ex gobernador de Los Andes. Vocero movimiento
Todos y Todas por Aconcagua.
Nada ni nadie puede en un contexto democrático justificar la violencia, dado que esta es la expresión máxima del desprecio a los derechos humanos y de la falta de capacidad de darse cuenta que todos, todas y todes somos iguales en derechos y deberes. Sin embargo, la violencia tiene una explicación, como (casi) todo.
Para el momento que vive Chile es relevante que en algún momento nos detengamos y analicemos, con la idea de buscar soluciones, como es posible que un grupo de chilenos de todos los estratos sociales, se crea con la potestad de dañar a otro por cualquier razón. Lo primero a relevar es que la violencia es transversal a toda la sociedad, mas las condenas a quienes la ejercen es absolutamente distinta para los pobres versus los más ricos y/o poderosos. En Chile se encarcela la pobreza, y eso es un acto de profunda violencia.
Otro análisis que vale la pena hacer es del tan manoseado lema: “condenar la violencia venga de donde venga” dado que este no soluciona el problema de la violencia y, más, lo profundiza. Por que cuando no se es capaz de entender, no necesariamente justificar, el porque una persona que ha vivido toda su vida en la marginalidad, ha sido abusado, ha tenido problemas para satisfacer sus necesidades básicas y que ha sufrido tantas otras violaciones, difícilmente entenderá que tiene el deber expresarse de formas no violentas, dado que esta ha sido la única forma con que la sociedad se ha comunicado con él.
Pues claro, cuando se escuchan rechazos a la violencia desde un pedestal construido de privilegios y desde un país irreal que no sabe de zapatos en el tendido eléctrico o la necesidad de ganarse el pan cada día, como en el que vive la élite política chilena, esto causa mucha rabia y frustración que algunos no saben procesar por las razones antes descritas.
Se debe entender que la violencia no es solo un acto físico, la diferencia entre el muchacho que muere en la cárcel por vender DVDs piratas en la calle mientras que los ladrones y corruptos del caso SQM solo tuvieron que asistir a clases de ética, también es violencia, como lo es que se lance un niño desde un puente y algunos no lo condenen mientras si lo hacen solo cuando se rompe un semáforo. Es violento que muchas de estas últimas personas condenen la violencia, venga de donde venga, mientras justifican la dictadura de Pinochet, los abusos de los poderosos y la violencia policial, entre tantas otras injusticias.
Mientras en Chile para algunos sea más grave robarse una gallina que un banco y sea más violento que se queme un semáforo que una persona frente a la moneda por falta de justicia y que chilenos vivan en ciudades de ensueño, como Vitacura, mientras otros en zonas de sacrificio, como Puchuncaví, siempre habrá violencia y cuando esta es condenada por espurios intereses políticos, sin mirar ni querer solucionar el problema de fondo, la condena solo es propaganda sin un ápice de posibilidad, y voluntad, real de resolver el problema.