El lunes en la zona central del país, principalmente la Región Metropolitanay V Región, parecía en pleno invierno, con abundantes precipitaciones y anuncios de posibles tormentas eléctricas. Hoy el panorama es totalmente diferente. La capital amaneció con un típico día veraniego: soleado, sin nube, y con temperaturas que superarán los 30°C. ¿Cómo afecta al sector agropecuario este drástico cambio climático en sólo un par de horas?
“Un verano lluvioso es sinónimo del reforzamiento de algunas enfermedades en las plantas. Consideremos que una lluvia de verano tiene la facultad de mantener una condición de 100% de humedad seguida de altas temperaturas, condición ideal para el desarrollo de varias enfermedades de origen fungoso (causado por hongos) o bacterial. Al contrario, en invierno, las lluvias son acompañadas de bajas temperaturas, lo que atenúa la aparición de estas enfermedades, aunque favorece a otras”, explica Carmen Gloria Pizarro, secretaria de estudios de la carrera de Agronomía de la Universidad del Pacífico.
Según explica la académica, este inusual cambio climático a fines de diciembre podría provocar la aparición de enfermedades en especies frutales como uva de mesa, uva vinífera, nogales, almendros, durazneros y frutillas. Por otro lado, especies como palto, olivo, limonero, mandarino y pomelo, si bien no son inmunes o resistentes a todas las enfermedades en esta etapa de sus ciclos frutales, no son especialmente susceptibles en esta época.
“En estas fechas son varias las especies susceptibles a enfermedades, ya que tenemos en estado de crecimiento de fruto a la uva de mesa, uva vinífera, durazneros, nectarines, ciruelos; en general todo tipo de hortalizas, como las de hoja (lechuga, acelga, cilantro), tomate, cebolla, pimentón, entre otras. Para que se produzca una enfermedad deben estar presentes la especie susceptible a la enfermedad, el agente causal, en forma de sus estructuras de propagación, como esporas o tejido en crecimiento como micelio. Finalmente es necesario la existencia de condiciones ambientales predisponentes para el crecimiento y desarrollo de la enfermedad, las cuales son principalmente la humedad y la temperatura, también luz, pH, entre otras”, describe Pizarro.
La docente de Agronomía en la U. del Pacífico específica los tres principales efectos negativos que las precipitaciones del día de ayer dejaron en el sector agrícola. “La lluvia de ayer aumenta la proliferación de enfermedades fungosas, con la consecuencia de pérdidas potenciales de la cosecha que está por venir o la que se está realizando ahora; aumenta la carga de órganos de propagación de dichas enfermedades, lo que podría traducirse en que en la próxima temporada 2017/2018 se podrían presentar más casos; y provoca un mayor costo debido al uso de productos para la prevención y control de la aparición de dichas patologías”, asegura la experta.
Según cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, la uva de mesa (48.500) y la uva vinífera (110.000) constituyen casi el 40% de la totalidad de la superficie dedicada a la fruticultura en Chile. ¿Se perderán cosechas?
“Es posible que algunas zonas productoras de uva de mesa vean afectados sus rendimientos, aunque solamente en algunas variedades. En este caso es la Pudrición Gris o Tizón del Racimo (agente causal Botrytis cinerea), la responsable de gran parte de las pérdidas en vid. Se trata de un hongo de especial cuidado, debido a su abundante esporulación, facilidad de cambios genéticos y adaptación al medio, lo que lo hace tener una notable capacidad de generar resistencia a los fungicidas”, afirma la ingeniera agrónoma.
Por otro lado, las hortalizas también se verían perjudicadas por este repentino cambio climático. “El tomate al aire libre es uno de los grandes afectados, ya que esta especie, de enorme importancia económica y en plena temporada, se ve afectado por Oidio, Mildiú y Botrytis. De continuar estos frentes podríamos ver aumento de precios en estos productos”, advierte Pizarro.
En tanto, el nogal, uno de los rubros de mayor crecimiento en superficie plantada durante la última década a nivel nacional, también podría verse afectado con la lluvia y el drástico cambio de temperatura.
“El nogal se podría ver afectado por una enfermedad de origen bacteriano llamada Peste Negra del Nogal, causada por Xanthomonas arboricola pv. juglandis. Para cuantificar el impacto económico de la peste negra, Pedro Arias en Red Agrícola, ejemplifica que con una producción de 5.000 kilos por hectárea a un valor de 4 dólares/kg ($550/US$) una disminución de 10% se traduce en una merma de $1.100.000/ha.”, apunta Pizarro.
Finalmente, la académica de la U. del Pacífico asegura que las lluvias en verano podrían también tener efectos positivos en el sector agrícola, ya que podría limpiar las hojas de plantas afectadas por incendios recientes y sería una gran ayuda en el tema del riego.
“Si la lluvia es lo suficientemente abundante como para profundizar al nivel dónde las raíces absorbentes crecen, es un aporte al agua de riego que requieren. En el caso de los frutales, pensemos entre los 15 y los 70 centímetros de profundidad, y en el caso de la mayoría de las hortalizas, hablamos de profundidades de entre 10 y 30 centímetros. Además, la lluvia limpia la parte aérea de frutales, hortalizas, flores y forrajeras, es decir, sus hojas, que tras haber soportado recientemente en zonas del centro y centro sur del país numerosos incendios, sostienen cenizas que crean una película que se interpone entre la luz y las hojas, única fuente de energía que requieren lo vegetales para fotosintetizar y desarrollar sus frutos”, concluye la secretaria de estudios de la carrera de Agronomía de la Universidad del Pacífico, Carmen Gloria Pizarro.