Por: Carlos Anino, director ejecutivo de Synthesis
El comercio electrónico vive uno de sus mejores momentos en el mercado chileno. Así lo demuestran las cifras del último Cyberday, difundidas por la Cámara de Comercio de Santiago (CCS): las compras totales alcanzaron alrededor de US$ 210 millones, un 31% más que lo recaudado en la misma campaña de súper ventas del año pasado.
Si bien el crecimiento es todavía menor en comparación a las grandes potencias del comercio electrónico en el mundo y de América Latina, donde Brasil es líder indiscutido, los avances de Chile son sustanciales, convirtiéndose en el cuarto país con mayores ventas en la región.
Pero los buenos resultados trascienden a la recaudación. La participación del comercio electrónico viene creciendo sostenidamente en el sector, transformando decididamente los hábitos de consumo de los chilenos y acelerando un proceso de familiarización con el proceso de la compra online. Así lo demuestran las cifras del Centro de Estudios de Economía Digital de la CCS, que determinó que, durante 2017, hubo una participación de 5.5 millones de consumidores online en el país.
La penetración ha impactado en el rendimiento de Chile en el vecindario. Las ventas del ecommerce por habitante se elevan a US$ 223, muy por encima de las de Argentina, Brasil y México.
Este fenómeno ha amplificado un factor democratizador sin precedentes en el país, pues está facilitando -más allá de cualquier otra herramienta- el acceso a bienes en zonas alejadas que, hasta ahora, no siempre estaban dentro del circuito de distribución masiva de los canales físicos.
Por supuesto, las transformaciones también impactan en el ecosistema de las compañías, en particular en la industria del retail. Nuevamente, el último Cyberday se convierte en un escenario de evidencias: la alta participación de marcas, dentro y especialmente fuera del circuito oficial de la campaña, corroboran la creciente tendencia para innovar en estrategias de venta y apostar a un crecimiento y consolidación de los proyectos de negocios en el ambiente electrónico.
Chile se convierte en un destino que despierta alto interés entre las marcas globales. Así lo hicieron Banana Republic y GAP, que fueron las primeras compañías que eligieron al país para abrir su ecommerce en la región, a quienes el gigante Ikea siguió al poco tiempo, con el reciente anuncio de su desembarque en América Latina vía su asociación con el retailer nacional Falabella (que decidió eliminar su propia marca dedicada al hogar y el diseño).
Ni hablar de los planes que está barajando Amazon Web Services que, si bien decidió instalar sus oficinas en Argentina, no ha descartado la opción de abrir su Data Center en el territorio nacional, lo que se sumaría al proyecto de su centro de despachos.
La apuesta de los líderes del comercio electrónico en Chile está permeando todos los niveles de satisfacción, deseos y expectativas, trascendiendo el del consumidor. El reconocimiento a Mercado Libre como la mejor empresa para profesionales jóvenes en Chile no es azaroso, sino que por el contrario es la causa casi directa a que la transformación digital es un fenómeno de múltiples efectos y provoca escenarios de rupturismo no solo en la forma de proveer bienes y servicios, sino que además en las vías para concebir una cultura organizacional adecuada a los tiempos y generaciones actuales.
De esta manera, en un escenario en pleno movimiento, el paso hacia la omnicanalidad y la adecuación de modelos híbridos -que combinen lo análogo y lo digital- parece más que crítico para la sana continuidad de los modelos de negocios de éxito de todos los actores del retail. El que no lo entienda, o lo asuma tardíamente, corre el riesgo de quedarse afuera.