Por: Dr. Denis Panozo Villarroel
Es increíble que después de 3 siglos que han demostrado su gran aporte que son para la medicina actual. Porque a través de ellas se ha avanzado para lograr detener, disminuir y erradicar enfermedades mortales que en siglos pasados provocaron grandes epidemias y por ende una inmensa mortalidad.(ej: la viruela)
Actualmente nos protegen de muchas enfermedades, como el sarampión, la rubeola, tétanos, el tifus, la difteria, la temible tuberculosis. Además de otras pestes que existen en otros países y que traspasan a nuestro país por el turismo, por ejemplo la Malaria.
La ciencia está en camino de protegernos del Sida a través de una vacuna. Esta enfermedad que ha sido la villana desde hace cinco décadas, provocando miles de muerte, además de la estigma que lleva el portador.
Ha aparecido gente que andan protestando en contra de estas y por lo cual no vacunan a sus hijos, por lo cual atentan contra las campañas de inmunización que realiza el Ministerio de Salud año tras año, para mantener libres de esas plagas, como la poliomielitis que dejaba a los niños con secuelas en su desarrollo neurológico que se traducía en diferentes tipo de invalidez.
Es cierto que las vacunas habituales no son una panacea, pueden fallar, pero es por falla humana, ya sea en la técnica para colocarla, en el cuidado de la cadena de frio, o porque el receptor no cumple las condiciones adecuadas.
Las vacunas consisten en inocular a los pacientes con un germen debilitado o muerto, que nuestro sistema inmunológico aprovecha de fabricar rápidamente el antígeno o defensa correspondiente y queda en la memoria inmunológica grabada, por lo cual hay una respuesta total e inmediata si entran en nuestro organismo el germen patógeno correspondiente.
En resumen hay que defender este sistema de vacunación que ha mantenido por siglos el no desarrollo de muchas enfermedades crueles para nuestra civilización.
Estas vacunas son obra y gracia del químico y bacteriólogo LOUIS PASTEUR.
