Por: Víctor Cortés Zapata
El 31 de Octubre pasado, nos congregamos en la que sería, impensadamente, la última oportunidad de compartir, los cuatro compañeros de prisión política, Pepe, Hugo, Carlos y Víctor. Estos encuentros los hacíamos dos o tres veces al año, partiendo siempre del hogar de Pepe, acogedor y fraterno. Esta vez, solo llegamos tres por enfermedad de uno de nosotros. Esta circunstancia, dirigió nuestra conversación hacia temas familiares y personales, necesarios de abordar de acuerdo al avance de los años vividos.
Siendo el más joven, Pepe tenía, además, la virtuosa condición del conversador entretenido, logrando captar el interés de sus amigos y acompañantes, con la expresividad de su lenguaje, culto, picaresco y de giros populares, salpicando una conversación que siempre la hizo participativa y democratizadora.
Su formación pedagógica sobre Historia y Ciencias Sociales, le condujo a transitar hacia una concepción propia del Hombre y la Sociedad, en la búsqueda y encuentro de un pensamiento político que lo interpretase, adhiriendo, así, al socialismo, corriente por la que se jugó apasionadamente para trabajar colectivamente, en el logro de una sociedad con justicia social, de solidaridad permanente entre los hombres, por la fraternidad humana.
Amó, amó a su mujer, la inolvidable Fresia, a sus amantes hijas, a sus queridos nietos y pequeña bisnieta. También, y mucho, a Rosa, su segunda fiel compañera. Era un hombre querible, que practicó permanentemente la bondad. Fue amigo del desvalido, nunca olvidó a sus compañeros de prisión política menos favorecidos, luego de egresar de la cárcel, ayudándoles, en ocasiones, moral y materialmente.
En nuestros encuentros, de “Los Ladrillos”, como así nos bautizó, primó la alegría de encontrarnos en condiciones normales, sublimando con una sonrisa aquello que fue dramático; creo que se lo debemos a la filosofía de vida de Pepe, donde lo principal siempre fue el afecto, la comprensión, el cariño. El miércoles pasado, en la despedida, quedó expresada la rotunda amistad y cariño agradecido hacia su persona de parte de tantos y tantos amigos y amigas, parientes, cercanos. Fue algo impresionante, partiendo por el amor expresado por sus hijas, en las bellas, profundas y poéticas palabras de Tania, conmovedoras y ciertas. Pepe, todos te quisimos sin medida, porque tu entregaste amor y amistad a raudales.
En alguna constelación, nos encontraremos Torca, Leiva, Muñoz y Cortés. Chao, Pepe.