Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas Marchán
¿Habrá imaginado las consecuencias y validez de sus palabras, el Papa Pablo VI, cuando promulgó el Decreto «Inter mirifica” en diciembre del año 1963, durante el Concilio Vaticano II? Les transcribo un párrafo de ese Decreto Pontificio:
(…)”Entre los maravillosos inventos de la técnica que, sobre todo en nuestros tiempos, ha extraído el ingenio humano, con la ayuda de Dios, de las cosas creadas, la Madre Iglesia acoge y fomenta con peculiar solicitud aquellos que miran principalmente al espíritu humano y han abierto nuevos caminos para comunicar, con extraordinaria facilidad, todo tipo de noticias, ideas y doctrinas”(…)
Es impresionante la visión de futuro del texto, cuya actualidad salta a la vista. Pero, ¡Atención!, fue el Papa Juan Pablo II el año 2005, es decir; cuarenta y dos años después que retoma el tema de las comunicaciones haciendo alusión a lo escrito por su antecesor (Pablo VI).
En efecto, el fallecido y beato Papa Juan Pablo II, al retomar la cátedra de su antecesor expresó que (…)”Al tomar en cuenta esta realidad he querido subrayar, en la Carta encíclica «Redemptoris missio», que el mundo de la comunicación es el primer areópago del tiempo moderno, capaz de unificar a la humanidad transformándola, como suele decirse, en «una aldea global». Los medios de comunicación social han alcanzado importancia hasta el punto de que son para muchos el principal instrumento de guía e inspiración para su comportamiento individual, familiar y social. Se trata de un problema complejo, ya que tal cultura, antes que de «los contenidos», nace del hecho mismo de la existencia de nuevos modos de comunicar, dotados de técnicas y lenguajes inéditos.”(…)
Los medios de comunicación pueden y deben promover la justicia y la solidaridad, refiriendo los acontecimientos, de modo cuidadoso y verdadero, analizando completamente las situaciones y los problemas, y dando voz a las diversas opiniones dentro de una auténtica Deontología en el aprovechamiento de los modernos y potentes medios de comunicación social. La Deontología dicha, de modo simple, es una ética normativa que dice qué debe considerarse como bueno y qué como malo. Y, esto aplicado a las comunicaciones, tiene mucho que decir e iluminar.
Si aterrizo este concepto a las Comunicaciones y Redes Sociales, cientos de miles de personas que usan la Redes Sociales, muchos medios de prensa, muchos periodistas y editores de los medios escritos e icónicos (Tv), se verán tocados. En efecto pues lo que, ellos, pueden considerar malo, puede ser bueno para la ciudadanía y lo que pueden considerar bueno, puede ser malo para la ciudadanía. Por ejemplo, pueden consideran bueno comunicar todos los accidentes mostrando heridos y moribundos o el mostrar, ocupando largos espacios, los desórdenes y destrozos de los encapuchados en las manifestaciones.
La pregunta es, ¿Es bueno mostrar y placerse en ello? Algunos argumentarán que es bueno informar lo que pasa, siendo parte de la libertad de prensa y el derecho a la información, otros dirán; que no lo es porque se les da tribuna a los encapuchados, por ejemplo, para que se vean y se jacten de famosos y héroes ante sus amigos y/o cómplices cada vez que se vean en las pantallas de la Tv., o, en los diarios en fotografías a color en las portadas.
¿Cómo será bien aplicar la Deontología ante los delitos políticos, empresariales, religiosos, informáticos, económicos, deportivos, los delitos comunes? ¿Quién sabe qué es bueno y malo mostrar y publicar?
Hasta el momento, lo que queda claro es que manda el nivel de sintonía, el dinero, los intereses económicos, los poderes fácticos, los intereses, rencillas y oportunismos políticos. Los canales y medios de comunicación, incluso, se llegan a jactar de La Exclusividad de un reportaje, otros le dan el soberbio título de “La Verdadera Historia de…”.
¿Manda el espíritu de la Verdad y Justicia? ¿Esto norma la Deontología Comunicacional?
¿Dónde queda el derecho consagrado en nuestra vigente constitución a la privacidad?
Los medios capitalinos, ¿Tuvieron la capacidad de ver con cierto grado de objetividad según el prisma y rigor de la Deontología toda la información privada que se expuso a todo el país de los imputados por delitos económicos y políticos? ¿Es más fuerte el vender, tener sintonía y el morbo que, la verdad, la justicia y el respeto a la privacidad?
Muchos se han visto atrapados en este vacío ético-moral. ¡Hasta la presidenta!.
(…)”Los criterios supremos de la verdad y la justicia en el ejercicio maduro de la libertad y de la responsabilidad, constituyen el horizonte dentro el cual se sitúa una auténtica deontología en el aprovechamiento de los modernos y potentes medios de comunicación social”(…) Este es un tremendo desafío que dejo en sus manos y conciencia.
Sueño que una sana y equilibrada Deontología sea la gran invitada en las campañas de las próximas elecciones municipales, dando espacio al respeto, cordura y sano juicio que permita informarse con claridad de las propuestas de los candidatos y, que se basen efectivamente en Propuestas y no en descalificaciones de quien haya ocupado el sillón Edilicio. Y, esto dependerá de los discursos de los futuros candidatos pues, quien base su candidatura en descalificaciones, pocas propuestas en bien de la ciudad tendrá.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Son los Ayes que se escuchan en las cúpulas del poder.
Que sea feliz.