Los padres, en espera de su mejor regalo

Los padres, en espera de su mejor regalo

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Eugenio Astudillo Leal

“Yo era una criatura, pero jamás lo he olvidado.

Los hijos, nunca analizan el sentimiento del padre.

Porque el brillo de la madre es tan fuerte que lo eclipsa.

Sólo le hacemos justicia a su íntimo sentir.

Cuando nos toca vivir a nosotros sus problemas.

¡Ah, si mi padre supiera que recién lo comprendí!

Y por qué nunca me dijo del modo que me quería.”

(Fragmento del poema: “El Padre” de Héctor Gagliardi)

Recuerdo que cuando niños nos peleábamos los hermanos para recitarle este poema al papá en el Día del Padre o en su cumpleaños. El tiempo ha pasado raudamente y todavía me queda en la mente, buena parte de este gran escrito del argentino Héctor Gagliardi, conocido en el mundo entero por este acierto literario, en una sociedad conyugales con roles parentales definidos y claros, para enfrentar con cariño y normalidad el desarrollo integral de los niños.

Dentro de esta visión positiva del pasado, recuerdo con nostalgia que los papás eran más cercanos y enseñadores que ahora, y que en su condición de héroes de revistas populares de entonces, nos iban mostrando el mundo que vivíamos, conociendo; tomados de sus manos, el mar, la montaña, los trenes, las Iglesia, la música, los deportes y otros tantos y varios juegos infantiles. Todo, eso sí en un ambiente de respeto, en donde la disciplina se imponía con solo mostrar o activar la “correa”, en donde la familias se reunían diariamente, al almuerzo o a la cena, sin televisor encendido como ahora, menos con el distorsionador celular de ahora, maldito aparato, que por su mal uso, en momentos no prudentes, terminó con ciertas e imprescindibles bases de buena convivencias familiar.

Los primeros días del Padre que celebré en mi vida, fue en el colegio, era en el mes de octubre, dentro de la Semana del Niño que organizaba Rotary Club en todo Chile. La cosa cambió en el año 1976, cuando el Gobierno de entonces fijó el 19 de junio como Día del Padre, que desde entonces se aproxima, tal como en varios otros países del mundo, al tercer domingo de junio.

Pero sin lugar a dudas, la celebración de este año para los papis, será muy especial y sentida, en lo principal, por dos razones muy relevantes, como son; la primera, obedecer las instrucciones de distanciamientos sanitarios entre las personas, para evitar la propagación de este maldito virus que nos aflige, lo que no permitirá grandes reuniones familiares o asaditos, y la segunda, y la más sentida, es que, debido a que los más viejos están en la listas de los más expuestos a este mortal virus, en muchos jóvenes y adultos menores; hijos y nietos ahora, surgió un movimiento de sincera preocupación por la existencia de los adultos mayores, lo que los ha hecho ganar, en los últimos meses, una mayor consideración entre sus descendencias, la que no se podrán disfrutar en este año, por las necesarias restricciones actuales contra la pandemia

Al contarles a algunos viejos papis; como yo, la nota que estaba escribiendo como columna para nuestro diario, les pedí su opinión de qué tipo de regalo esperaban de sus hijos y/o nietos para este fin de semana. La respuesta fue una y unísona; “Sólo que me saluden por teléfono, que no salgan, que usen mascarillas si salen”. “En general que se cuiden ellos y sus hijos”. Uno de ellos fue más lejos con su respuesta y acotó sentidamente: ¿Sabes lo difícil que es hoy para una familia perder un Padre o una Madre por este virus? Y termino diciendo apesadumbrado: “imagínate lo terrible que sería para nosotros, los viejos, perder a algunos de ellos; los hijos o nietos, por esta pandemia”. Silencio total…

Así que, a cuidarse niñitos…. Ya que este será, verdaderamente, el mejor regalo del Día del Padre, más aún en cuarentena.

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